Por: Amapola Mojica
Gracias a los
proyectos de la vida y de la Escuela Neijing tuve la excepcional posibilidad de
compartir con una comunidad indígena de Colombia, los Arhuacos, unos de los habitantes de la Sierra
Nevada de Santa Marta. Después de permanecer allí y a petición de una persona
decidí escribir este artículo preguntándome: ¿Cómo se enamoran las mujeres indígenas
en la Sierra Nevada de Santa Marta?
Quizás fueron muchas las enseñanzas y las vivencias que quisiera compartir
de este lugar, pero esta pregunta, principalmente, me permite expresar lo que
allí ensoñé, como una realidad que fue y será.
La Sierra Nevada de Santa Marta es un relieve
montañoso independiente al lado del Mar Caribe, al Nororiente Colombiano, surge
desde las profundidades del mar y se levanta hasta los 5.775 mts de altura, es
la montaña al lado del mar, más alta.
No conocemos los abismos de donde surge pero
sabemos que nace de las entrañas del Caribe, porque constantemente tiembla al
ritmo de los maremotos caribeños.
Allí en las
Dulces Alturas viven las mujeres Arhuacas, mujeres de
hablar sonoro y cantado gracias a
su lengua llamada Ijka, con una sonrisa inocente poco a
poco van tejiendo un entramado de
profundas emociones.
Después de
permanecer tres meses allí, no podría hablar y definir antropológicamente o sociológicamente
la vivencia del enamorarse en la Sierra Nevada de Santa Marta, pero si puedo
expresar lo contemplado y compartido.
Tradicionalmente
no existe la vivencia del cortejo y la seducción en los Aruacos tal como lo
conocemos en "occidente", tampoco existe el enamorarse y el noviazgo
como nosotros lo vivimos. Desde muy jóvenes las parejas se casan y sus
matrimonios son designios del Mamo, el anciano de la comunidad, el sabio, quién conoce cual relación es la más conveniente
para todos.
La sexualidad
para los Aruhacos es sagrada crea
vínculos entre las energías más profundas e imperceptibles de los seres,
vínculos sagrados y muy difíciles de desunir. Un desequilibrio en la vivencia
de la sexualidad genera un desequilibro en la comunidad. Los hombres casados
deben llevar su Poporo y mascar coca, es la forma de estar siempre conectados
al pensamiento sagrado. El Poporo
representa el acto sexual, el que genera la vida, su forma redondeada y hueca representa el Útero y es sagrado. La
mujer desde muy pequeña teje la mochila, al tejer se conecta con el pensamiento
de mujer, el que la guiará durante toda su vida, teje y cuenta su historia,
teje y expresa sus emociones, en las formas y colores que imagina. El tejer
identifica a la mujer.
Estas son sus
tradiciones una expresión del vínculo entre lo femenino y lo masculino.
Y con todas
estas tradiciones, ¿cómo se enamoran
las mujeres del lugar?, ¿Cómo viven el cortejo
y la seducción?, ¿Qué nivel de amor llega a existir entre ellos? ¿Cómo expresan sus atracciones?
Realmente no podría
responder a ninguna estas preguntas, a ninguna,
pero al realizármelas algo percibí.
Percibí que el
cortejo, la seducción y el enamorarse en la Sierra Nevada de Santa Marta están llevados, adornados, impulsados y alentados
por la fuerza de la naturaleza. Quizás no parece un gran descubrimiento, pero
si es inmenso el vivirlo, el pensar y descubrir cómo el ser de humanidad en
general le da la espalda a esta
presencia y al disfrute de sus amores.
Quizás la enseñanza
más grande que me regaló el estar allí es sentir que la Sierra es un ser, un
ánima, que se expresa, que habla constantemente y su fuerza es tal que todos
los días nos deslumbra, nos conmueve, y en ocasiones nos remueve. Ella, la
Sierra, es una dama con el cuerpo abierto y nos deja vivir dentro
de él. Ella nos alimenta, nos baña con su río, nos decora con sus frutos y se
pinta con las alboradas y los atardeceres.
La sientes
constantemente en todo lo que haces: Al cocinar en la olla de barro negra y redonda como si fuera una mujer
embarazada, en la forma del fuego en el centro del hogar, al tejer las figuras
de la mochila, en el alimento, en el río si está turbio o claro, en los pájaros
siempre presentes, en la oscuridad y en su
silencio.
Constantemente
te sientes atraído, atraída por ella, complaciente apasiona todos tus sentidos
y va poco a poco entramando sentires.
Así como te
tumba, te levanta. Puedes enfermar, pero ella te sanará.
Esta bella Dama,
llamada Sierra Nevada, o ánima, o fuerza
de la Naturaleza, o quizás innombrable,
coquetea, ilusionaba, juega con
sus encantos a encantarnos.
Las mujeres
sutiles en sus haceres cotidianos, conversan con ella y van sirviendo mientras
ella les sopla al oído, como cocinar, como sonreír, como sanar, como ser
mujer. Les embellece, les endulza y les apasiona. Y el hombre embrujado
contempla y si es obediente puede amar.
Los Aruhacos
dicen que la cascada es una Mujer de agua que canta, no recomiendan acercarse mucho a ella, lo mejor
es rendirle tributo, porque les embruja
y les atrapa.
Quizás el amor y
el enamorase en lugar como este es un designo de esa ánima, del ánima de la
Sierra y si te atrapa, te complace y alivia tu cuerpo de las heridas de amor.
Silenciosamente y
con sutileza la mujer Aruhaca se hace cómplice de esta Dama, y su complicidad
es tal que se hacen una. El mejor ejemplo es la anciana, no hay algo más
excepcional que ver una mujer anciana Aruhaca caminando libre por la Sierra,
independiente, alegre juguetona, buscando plantas, peregrinando de casa en
casa, para arreglar lo desajustado, sin pedir permiso a nadie, ella va EN AMOR
ADA.
Si el ser
occidental contemplara la naturaleza quizás viviría más enamorado, si dejará
que fuera ella la que desatara el fluido de sus hormonas y atracciones, si fuera ella con su inocencia y misterio, la que guiara el sentir del corazón hacia un
disfrute inesperado.
Recomiendo a todos los seres que viven lejos
de la naturaleza, buscarla, buscarla en un rincón, en una ventana, en una
matera, en un pedazo de cielo, para quizás descubrir algo más sincero del amor.
Hay una fuerza que
entretiene y mantiene los amores allí en las Dulces alturas, yo la llamo Sierra Nevada.
me ayudo mucho
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