domingo, 19 de julio de 2015

LA VIDA EN UNA MOCHILA



Una noticia más dentro de esta crónica de esquelas en las que se ha convertido nuestro planeta y que son, fundamentalmente, de los más desfavorecidos, como  las mujeres, los niños y los ancianos.
Patética la situación de la guerra de Siria que ha dejado ya asolado el país desde 2011.  Las causas geopolíticas mantienen una situación que durará ¿hasta cuando? Hasta que interese. Lo vivimos permanentemente: los conflictos se acaban cuando ya han resuelto los intereses ocultos que los sustentaban.
¿Hubiera sido mejor el destino de la niña  si se hubiera quedado en Siria? Creemos que no. Hubiera pasado a englobar el horrible número de niñas violadas en guerra y habría acabado de esclava sexual, seguramente.
Reflexionamos a propósito de este noticia tan cruel, a cerca de cuantas mochilas de tantas  y tantas mujeres  son arrojadas al mar de los imposibles. Esas mochilas donde se albergaban las posibilidades, habilidades, capacidades que todo ser tiene por el hecho de estar vivo.  Las tradiciones, las religiones, las esclavitudes, las ignorancias, lanzan por la borda las vidas de millones de mujeres.
Felicitaciones si usted navega por las apacibles aguas del bienestar del primer mundo. Pero hay otros océanos de aguas muy turbulentas que se tragan la expectativa de vida de otras mujeres.
Sin duda, la falta de cultura es la peor de las situaciones a la que desde siempre se ha sometido a la mujer. Las cifras arrojan unas estadísticas –en pleno siglo XXI- esperpénticas:
En el mundo hay 781 millones de personas analfabetas en edad adulta, un 16 por ciento de la población global, según el Atlas de la Alfabetización del Instituto de Estadística de la UNESCO- UIS-. De ellas, el 64 por ciento son mujeres, unos 500 millones, un porcentaje que, para la UNESCO, no ha mejorado significativamente desde 1990. Por otro lado, del total de adultos analfabetos, 126 millones son jóvenes de entre 15 y 24 años y de ellos cerca de 77 millones (el 61%) son chicas. 
Igualmente, el número de esclavas sexuales : 
Según las cifras que aparecen en el libro de la periodista mexicana Lydia Cacho,  “Esclavas del poder” (Debate), y que son de la ONU, cada año 1,39 millones de personas son sometidas a la esclavitud sexual. El Departamento de Estado norteamericano eleva el número a casi tres millones. De ellas, entre el 80% y el 85% son mujeres y niñas, y ahí coinciden todas las fuentes.

Mientras la mujer no posea un nivel cultural que la permite discernir  la manipulación física y psíquica que se ejerce sobre ella, seguirá habiendo muchas mochilas arrojadas por la borda; anónimas, como el caso de la niña siria.


Dicen que el mar lo devuelve todo… ¡Ojala arroje a nuestras playas mochilas llenas de futuro!
Publicado por Inspiración Femenina Tian.

martes, 14 de julio de 2015

La enseñanza que escondía mi pirindola

Por Laura Sierra Medina
Pirindola es una palabra viejuna, tan viejuna como el objeto al que representa. Sencilla hasta la vergüencita si la comparamos con las tablets con las que se entretienen los niños hoy en día.
La mía era roja y blanca pero no aparece en google
De muy pequeña yo tenía una pirindola. Creo que aún no sabía ni leer. Era roja y blanca con dibujos en negro por todo el canto. Me acuerdo de su tacto, me encantaban sus bordes redondeados y suaves y aparte de la alegría por hacerla bailar, me gustaba precisamente pasar las horas muertas explorando sus contornos.
Pero mi pirindola era un poco traviesa y se me perdía con mucha facilidad. Recuerdo de forma muy viva una imagen de mi misma, arrodillada delante del cajón donde solía guardarla, poniendo patas arriba el metro de costurera de mi madre, el papel blanco y fino con el que recortaba los patrones, las tijeras, una regla grande de madera donde a mis hermanos y a mí nos gustaba dibujar… pero la pirindola caprichosa, cuando estaba por esconderse, no había manera de encontrarla. Ante mi impaciencia mi madre me propuso que dijera “ya saldrá” cada vez que se perdiera y ese ya saldrá se convirtió así en mi particular manera de invocar a la pirindola ausente.
Pronto descubrí que esas palabras eran mágicas pues funcionaban de dos maneras diferentes: si decía ya saldrá y me olvidaba de verdad de la pirindola poniéndome a jugar a otra cosa, de repente aparecía en el lugar más insospechado y cuando menos lo esperaba. La sorpresa y alegría eran mayúsculas en ese caso. Si por el contrario pronunciaba el ya saldrá con fervor, con pasión, con angustia ante la posibilidad de que no apareciera, mi pirindola, efectivamente, no aparecía. Ya saldrá me repetía revolviendo una y otra vez en el cajón; ya saldrá; mirando debajo del mueble de la salita; ya saldrá, si seguía buscando en la mesilla de mi habitación… Pero nada. Cuando en este caso volvía a recuperar la pirindola no me hacía tanta ilusión como en la situación primera, por el contrario surgía el miedo ante una nueva pérdida y la codicia me impedía prestársela a mis hermanos.
Esa historia y ese ya saldrá, ha sido una de esas anécdotas vitales que siempre he recordado con cariño e indulgencia de parte de la adulta que soy ahora a la niña que entonces era.
Pero hete aquí que últimamente leo mucho en chino y cada vez estoy más convencida de que los antiguos sabios orientales eran conocedores del arte de vivir. El Wu Wei del Taoísmo es el arte de la no acción, entendido no como quedarte tipo ameba a verlas venir, sino como el ahorro del empeño, el prescindir de la obcecación por la búsqueda de la consecución de los deseos; la práctica de la aceptación de cada acontecimiento que llega a tu vida; la humildad al reconocer que todo lo que nos pasa es necesario para el desarrollo de nuestro potencial. No caer en la tentación de recorrer el camino directo y de rápida resolución hacia el que siempre nos quiere llevar nuestra mente y permitir, como dicen mis libros en chino, que tenga lugar el movimiento zigzagueante del que Lo Creativo se sirve para resolver cada cosa que sucede. Desapegarse de esa resolución que queremos que ocurra y confiar en que lo que venga por sí mismo será lo mejor para nosotros. Todo un arte. Nada fácil para seres cuyo ego es fundamental, por definición, para la vida.
Leyendo esos pasajes yo me acuerdo de mi pirindola y de las dos posibilidades de afrontar su pérdida. La primera de ellas, confiada, desprendida, humilde… aceptando sinceramente los hechos sin permitir que el resto de mis actos y juegos estuviesen condicionados por la pérdida y el afán de búsqueda. Puro Wu Wei.
La otra posibilidad, cargada del anhelo por encontrarla, me llevaba al sufrimiento y al llanto, a revolver por revolver en los cajones, desesperada por hacer algo para que apareciera. En definitiva, a no desprenderme de su ausencia, a no disfrutar de otros juegos mientras tanto. Actitud anti Wu Wei.
Es ésta una enseñanza que me ronda desde hace un tiempo y me doy cuenta que algunas de las últimas entradas de este blog están relacionadas con ella. Debe ser que es algo que tengo que aprender ahora pero que necesito abordarlo desde múltiples perspectivas para que lo asimile cada una de mis células. Quién sabe.
Mientras la enseñanza me cala de verdad o no, yo intento jugar con lo que tengo delante y saborear las situaciones que me llegan. Y si algún anhelo entra en mi mente, si me invade el ansia por llegar pronto a una meta inexistente, respiro, confío, llamo a la paciencia y muy bajito me digo: ya saldrá.

viernes, 10 de julio de 2015

BELLEZA COMO TIEMPO ACUMULADO

Por Inspiración Femenina

¿A quién no le pasa que se siente como un escaparate a la espera de ser contemplada para reafirmarse en que –efectivamente- sigue siendo atractiva? ¿A quién no le pasa que al salir a la calle a pasear y darse cuenta de que nadie le ha mirado, ese paseo empieza a tomar tintes depresivos?
No vamos a decir que todas, pero muchas sí.

BELLEZA COMO TIEMPO ACUMULADO

Cómo nos cuesta no sentirnos objetos de admiración. Cómo nos cuesta pensar que no somos bellas cuando su afirmación reside en manos de miradas ajenas. Cómo nos cuesta sentir que ésta se nos escapa… La belleza… Y es que el fantasma de la belleza se nos ha colado y nos persigue en cada paso que damos y en cuanto percibimos que se va separando de nosotras…¡cómo cuesta dejar ir!
¿Pero, y no será que la hemos interpretado mal? Hoy por hoy, en general, la belleza se vive y percibe como ausencia de tiempo acumulado. Ausencia de marcas y rasgos que muestren algo. Hoy por hoy, nos atreveríamos a afirmar que vivimos la “belleza como asepsia”. Caras y cuerpos estériles en los que no se note el paso del tiempo, en los que no se note nada. Muñecas de porcelana.




Pero, ¿y si empezáramos a contemplar la belleza como tiempo acumulado? Como experiencia, sabiduría… Si tomáramos cada una de esas marcas que cubren nuestra cara como evidencia del transcurrir del tiempo, de nuestros momentos compartidos, de descubrimiento, de dificultad, de crecimiento, de nuestros amores y desamores….
Como decía Anatole France “Es cierto que el amor conserva la belleza y que la cara de las mujeres se nutre de caricias, lo mismo que las abejas se nutren de miel”



El amor conserva la belleza, el amor por la vida… Y creemos poder afirmar que con unas pinceladas de amor, la vida a todos se nos torna más bella.
Vemos que ante dificultades emocionales es cuando más nos envejece el rostro, es como si se nos fuera un poco del aliento de vida en nosotros… Porque no sabemos encauzar los acontecimientos, o como decíamos en el blog anterior, colapsamos las realidades y nos quedamos con una parte de la historia, con una sensación de pérdida. Si consiguiéramos ser conscientes de que pase lo que pase todas las posibilidades existen, están todas vivas. Que lo que sucede siempre sucede por algo, siempre hay un aprendizaje soterrado en el aparente callejón sin salida. Si ampliáramos el zoom y no nos quedamos sólo en los acontecimientos, si no que intentamos verlo como una pieza más del todo, quizás… Si no nos quedamos sólo en una parte de la realidad nuestra consciencia se amplifica y somos más capaces de ver la belleza como una acumulación de experiencias, y cada experiencia es motivo de amor…


Si amplificamos nuestra percepción de la realidad quizás sea más fácil darnos cuenta de que esa fuerza está en todo, esa fuerza que nos alimenta, esa fuerza que nos dibuja, que nos mece, y así viviríamos la belleza como un libro de aventuras emocionantes a leer… En donde cada rostro sería una ventana a mundos mágicos…

Belleza como tiempo acumulado, tiempo acumulado bajo el abrazo del amor, en su experiencia y vivencia.