martes, 21 de octubre de 2014

¿UN MUNDO FELIZ? VITRIFICACIÓN

Por Inspiración Femenina



La reflexión que nos ocupa esta semana gira en torno a una noticia que ha estado en boca de los medios comunicativos este último tiempo, abriendo las puertas al debate sobre maternidad y el mundo laboral. Hemos leído la noticia, leído diferentes posiciones al respecto e intentado averiguar qué opinábamos nosotras al respecto sopesando los pros y los contras. Hablamos del hecho de que Facebook y Apple ofrezcan congelar los óvulos a sus empleadas. “Ambas empresas han reconocido a la cadena de televisión NBC su compromiso para que las trabajadoras se mantengan en su puesto a cambios de costear el proceso de congelación y mantenimiento de óvulos.”
Claro, esto trae consigo el retraso de la maternidad- y según estas empresas- para mejorar la situación de los empleados y ofrecerles posibilidades que se ajusten a sus necesidades….Y ahora nos preguntamos, ¿necesidades de quién? ¿Realmente las de los empleados o las necesidades de las empresas? La necesidad de uno no creemos que sea trabajar en una de estas empresas, si no que más bien se puede tratar de una falsa necesidad ya que el entorno laboral puede ejercer presión si uno se ausenta durante un tiempo del trabajo. En cuyo caso, evitar estas incomodidades podría tratarse de una necesidad. Si realmente fuera necesidad, quizás facilitar y apoyar el transcurso natural de las cosas sería un buen sitio por donde empezar. Es cierto que estas empresas dan un tiempo de baja maternal, pero por lo visto no las adecuadas si lo que se estimula es que el centro de todo sea producir para la empresa.
Ellos aseguran: ““En Facebook queremos dar una amplia variedad de beneficios a nuestros empleados. Este es uno de los muchos que ofrecemos”.
Bajo la excusa de favorecer la maternidad para cuando convenga, permiten que las mujeres sigan produciendo postergando un proceso natural. Que la primacía esté en producir y en el trabajo, en lugar de en otros aspectos de la vida. Creemos que la base es equivocada, porque lo único que cambia es el mantel de la mesa, mientras que ésta sigue siendo la misma.
De fondo percibimos un ligero tinte de la idea de igualdad entre los géneros, y es que hombre y mujer no somos iguales. Con esto pareciera que se pretende que la mujer sea menos mujer y más hombre, y que le dé cauce a su rol como mujer cuando a la empresa le convenga. Mientras tanto que opere como un hombre. También hay que tener en cuenta que en estos tiempos que corren este es el pensamiento que se tiene…tanto los afectados como los que afectan. Y es que ser madre quita tiempo de trabajo, por lo que una pieza dentro de la maquinaria de producción se vería debilitada; cosa que no es aceptada en un entorno capitalista.

La noticia dice así: “Estas prácticas por las que las empresas intentan retrasar la edad de maternidad abren un debate de doble moral. Por un lado, se invita a ser madre y se dan facilidad. Por otro, se invita a aplazarlo y la empresa corre con el gasto. Glenn Cohen expresa: “De alguna manera les pueden estar haciendo ver que su labor actual no es compatible con la maternidad”. Y seguimos nosotras: Y que el mundo actual tampoco lo es.



Hemos encontrado en otro artículo al respecto un comentario que nos ha quitado las palabras de la boca: “Lo leo y no puedo dejar de preguntarme si también ofrecen a sus empleados masculinos congelar esperma. O si han añadido a ese listado de ‘pros’ la posibilidad para ambos progenitores de un jugoso permiso de maternidad/paternidad; o, por qué no, el de cogerse jornada reducida o más atada a objetivos que a horarios. O un buen servicio de guardería. Al parecer, la respuesta a todas esas preguntas es no.” Volvemos a percibir que el planteamiento de base es erróneo. No es ayudar a las mujeres y ofrecerles más posibilidades que cubran sus necesidades, si no incentivar que sus necesidades sean el trabajo y laborar bien para la empresa. Es decir que sus necesidades personales se amolden a las necesidades del trabajo y no que el trabajo se adapte a las necesidades personales que estas personas puedan tener. Claro, que con estas innovaciones podrán contratar a mujeres de cualquier edad, porque la maternidad no supondrá un problema, ni pérdida…. ‘renta, renta, renta-producción, producción, producción’. Estas empresas no sólo poseen los medios de producción, si no también los de reproducción de los empleados. Y es que apoyar un proyecto que moldea la reproducción de la mujer bajo incentivas monetarias disfrazadas de iniciativas de empoderamiento nos parece triste. Utilizan como excusa el ofrecer posibilidades que faciliten la igualdad de género, o igualdad de posibilidades entre los géneros, pero pareciera que lo único que se busca es  facilitarle a mujeres ambiciosas que existan en el mundo que existe hoy por hoy, en lugar de intentar cambiar las características de él y no adaptar a las personas a que funcionen en él.


Sí es verdad que estas medidas responden a las necesidades de hoy, pero nos parece que estas necesidades son impuestas por el entorno en el que vivimos. También es verdad que para muchas es un gran alivio, sin embargo estas medidas nos llevan a estados cada vez más alejados de nuestra naturaleza…

FUENTES:

http://tecnologia.elpais.com/tecnologia/2014/10/15/actualidad/1413333970_087854.html






http://www.europapress.es/portaltic/empresas/noticia-apple-facebook-pagaran-empleadas-congelar-ovulos-20141015091555.html

domingo, 12 de octubre de 2014

LOS GÉNEROS EN LA PUBLICIDAD

Por Inspiración Femenina Tian



Les dejamos un vídeo que habla por sí solo. Trata de lo sexista que es la publicidad y cómo ver estos anuncios continuamente afecta nuestra manera de percibirnos y de percibir a los demás basado en nuestro género. El machismo persiste en la publicidad.


domingo, 5 de octubre de 2014

CUANDO EL TRABAJO DEJE DE SER UN CAMPO DE BATALLA


Por Inspiración Femenina


El pasado jueves 2 de octubre, la presidenta del Circulo de Empresarios, Monica Oriol, pronunciaba unas palabras que han conmocionado los medios de comunicación en los últimos días, cuando abiertamente dijo que prefería contratar a mujeres de menos de 25 años o de más de 45, para evitar el ‘problema’ de cuando se quedan embarazadas.
Nadie ha quedado indiferente ante estas declaraciones de esta mujer madre de seis hijos, que en la cúspide de la dirección empresarial, ha dado muestras del lo honda que puede llegar a ser la mella masculina en las mujeres que acceden a estas posiciones.
Aquí les dejamos los enlaces sobre la noticia. Uno es un articulo de el periódico español El País, y el otro es un post del blog Mujeres, del mismo diario español:

La noticia nos ha entristecido, pero sinceramente…, no nos ha sorprendido tanto, pues nos da muestras de una triste realidad –mucho más profunda y enraizada de lo que creemos- que muchas veces pasa desapercibida por el discurso pro-mujer políticamente correcto que tan en boga está en los medios: la realidad de que el mundo laboral de nuestras sociedades está basado en un modelo masculinista de productividad y rendimiento, que requiere a  personalidades masculinas (ya sean hombres o mujeres) para lograr sus objetivos, y que las mujeres que se incorporan a él, y sobre todo aquellas que acceden a puestos directivos, lo hacen desde posiciones muy masculinas. De otro modo, muy probablemente no hubieran sido aceptadas en semejante casta androcéntrica.
Desgraciadamente, muchos empresarios (infinitamente más de los que están dispuestos a admitirlo) no contratan mujeres porque ellas se embarazan y eso significa largas licencias por maternidad, o porque menstrúan y eso implica desde permisos hasta falta de rendimiento durante esos días ‘femeninos’, como suelen llamarse. Sin embargo, ellos no son tan ‘bocones’ como Mónica Oriol, y consiguen no tener a la prensa encima.
Una investigación realizado por la OIT (Organización Internacional del Trabajo), titulada Genero, Formación y Trabajo mostraba que: “A pesar de la presencia de las mujeres en la empresa, todavía se espera del trabajador que tenga ciertas cualidades de las consideradas tradicionalmente ‘masculinas’: que él (o ella) anteponga a todo su carrera profesional; que centre su vida en el trabajo; que esté en condiciones de dedicar al trabajo largas jornadas para adaptarse al rápido ritmo de producción que requiere el mercado mundializado; que pueda ajustar su vida familiar a las exigencias del trabajo, cuando este lo demande; y que, en fin, no esté coartado por unas obligaciones familiares que reclamen su dedicación a ella. (…) Por consiguiente, a pesar de haber incorporado a las mujeres en la fuerza del trabajo, la empresa sigue buscando al hombre en su modelo de división del trabajo entre ‘hombre proveedor de ingresos-mujer forjadora de familia”.
Obviamente, el mundo laboral de nuestras sociedades requiere de lo que tradicionalmente se entiende por hombres dispuestos a entregarlo todo por su empresa. Y esto sucede, como expresa nítidamente Sergio Sinay en su libro La Masculinidad Toxica, en un contexto “que no considera jamás al trabajo como un espacio de enriquecimiento humano y vincular, como un escenario en el que se manifiestan las ricas singularidades de las personas, como un camino de servicio al otro, a los demás seres, al planeta. Un contexto en el cual el trabajo está vaciado de espiritualidad y trascendencia. El trabajo está, bajo el paradigma masculino tóxico, en función excluyente de los negocios. Quien dice negocios en el vocabulario de ese paradigma, habla de rentabilidad, de lucro, de utilidades y se postra reverencialmente ante esas palabras.
(…)Los negocios son una forma sofisticada, aunque igualmente impiadosa, de la guerra. Las empresas, en la sociedad que componemos, se organizan como los ejércitos, vertical y jerárquicamente. Tienen reglamentos tan rígidos y autoritarios como aquellos. Los organigramas de un ejército y de una corporación son intercambiables. En ambos, además, se usan uniformes (…) En el lenguaje de los negocios pululan palabras traídas de los campos bélicos: estrategias, campañas, targets (blancos), objetivos, conquista, líder, grupos de tareas, espionaje, munición gruesa, atacar problemas, pasar a la ofensiva, capturar. Para entrenar a ejecutivos se usan juegos de guerra y manuales de combate…”
Efectivamente los negocios, como esa guerra impiadosa, requieren de guerreros intrépidos, dispuestos a dejar su vida por la patria. En ese terreno, las mujeres no somos muy válidas, pues aún estamos demasiado enamoradas de la vida que se gesta en nuestras entrañas. Y para hacernos soldados que engrosan las filas de la guerra, no nos queda más remedio que convertirnos en machos.
Y eso es lo que hemos visto en esta noticia: A una mujer convertida en macho, dirigiendo a un ejército de soldados empresarios para ‘ganar’ la guerra. Porque ‘Ganar… Ganar más’ se ha convertido en el único objetivo de esa batalla. El lucro ha constituido un fin en si mismo, y cuando el dinero, el poder o el lucro se constituyen en fines por si mismos, justifican todos los medios.  
Necesitamos mujeres que impregnen de feminidad el mundo de la empresa, mujeres que no huelan a testosterona, y que se atrevan a aplicar nuevas visiones de la economía. De poco le sirve a nuestra especie que aumente el número directivas, si éstas se comportan como gallos de pelea. Necesitamos mujeres que permitan a las mujeres incorporarse al mundo laborar como mujeres, que abran opciones femeninas como los horarios flexibles o las guarderías. Necesitamos mujeres dispuestas a inventar, que apuesten por la calidad, en vez de por la cantidad, y que se atrevan a desarrollar otro estilo de liderazgo.

Loden, autora de la obra Dirección femenina: cómo triunfar en los negocios sin actuar como un hombre, sostiene que frente al estilo de dirección “masculino” caracterizado por la competitividad, la autoridad jerárquica, el control y la resolución analítica de problemas, las mujeres prefieren un estilo alternativo denominado “femenino”, definido por la cooperación, la colaboración con los subordinados, el bajo control y la resolución de problemas sustentada en la intuición, empatía y racionalidad.
Esas son las mujeres que han de servirnos de referencia…, y que están, pero que no salen en la prensa. Esas son las mujeres que cambiaran poco a poco el paradigma que nos ahoga y que nos amenaza como especie.
Ellas, y cada una de nosotras que se atreva a abandonar los modos masculinos que hemos incorporado en nuestro lenguaje, en nuestro comportamiento, en nuestra forma de amar y de relacionarnos. Ellas, y cada una de nosotras que se atreva a quitarse la armadura y a caminar desnuda por un campo en el que ya no se sembraran muertes, sino frutos fértiles.