miércoles, 30 de septiembre de 2015

EL SECUESTRO DE UNA PARTE DE NUESTRA REALIDAD

Por Inspiración Femenina


Ante la pertenencia a diversos grupos de actividades las personas la mayoría de veces no llegamos a encontrar en nosotros la sensación de pertenecer. Es como si estuviéramos sin estar estando. Lo mismo ocurre en diversos aspectos de nuestra vida, ya sea emocional, amical, familiar, etc.

Se oye habitualmente decir:

“soy encargada de X, pero no me llego a sentir así, no lo interiorizo, no dejo que entre y forme parte de mí. Es una chaqueta que me pongo y me quito según me venga en gana”.
O “formo parte de un grupo de investigación, pero tampoco permito que esto penetre en mí. El grupo es una cosa y yo otra, y a veces cuentan con mi participación. Yo no me responsabilizo”.

-¿A cuántos les ha pasado que al comenzar una relación comienzan con reservas? No se entregan ni lo dan todo por si las cosas luego salen mal, por si fulanito o fulanita les dice que al final resulta que no está enamorado/a?
-¿A cuántos les ha pasado que empiezan un nuevo proyecto tanteando el terreno, con prejuicios, sin expresar ni mostrar lo que piensan y sienten?
-¿A cuántos les ha pasado que están estudiando, y durante ese tiempo revisan el correo, el Facebook, los mensajes que llegan al móvil, miran algo en internet?

Como ven, es algo recurrente en muchos y sabemos que se debe a una reserva. A un estar a medias, a un estar mediocre. Reservas ante el dar y el disponerse.
Algo habitual es que cuando alguien habla de esos grupos o proyectos a los que uno pertenece es como si estuvieran hablando de algo ajeno a uno mismo, y siempre hemos de preguntar si nos incluye o no. ¿Curioso, verdad?

También ocurre con lo familiar, con los amigos, sentimos que están sin estar.
En general todo a nuestro alrededor se vive así en la sociedad actual, relaciones afectivas, de amistad, de proyectos, familiares, etc. Todo es ajeno a uno. Y todo está "fuera de mí”. Deambulamos por la superficie sin realmente llegar a inmiscuirnos en nada, preparados para la estampida, para la huida. Pensamos que podemos controlarlo todo, que de nosotros depende. ¡Qué soberbia!
También en relación a trabajos y relaciones afectivas se oye repetidamente “la falta de compromiso”, claro, al no llegar a sentir que algo está en ti, que todo es ajeno a uno,  no sientes la responsabilidad, ésta le pertenece a otro.

Tantas reservas, que no hacen más que perjudicarnos a nosotros mismos… Tantas cosas se escurren de nuestras manos por no habernos mostrado, entregado, por no haber estado presentes.

Prevención, seguridad, oportunidad.

En el fondo MIEDO, miedo a quedarse sin nada, miedo al rechazo, miedo a que no funcione, tantos miedos… y tan estúpidos… sin embargo tan paralizadores. Mayores en las mujeres todas estas cortapisas, dependemos aún más que el varón del reconocimiento ajeno, de que nos quieran... El alma vive encarcelada, con las alas cortadas sin poder despegar.


“Miedo al compromiso” –dicen unos- porque creemos que perdemos la libertad, ¿verdad? Porque no vamos a poder hacer lo que nos dé la gana cuando queramos y como queramos… Pero es que ¿acaso hay mayor esclavo de sus propias barreras que aquél que no vive por miedo a perder “la libertad”, y que no es capaz de atravesar las barreras?

Estamos ante la reserva que el sujeto tiene de cara a su seguridad. ¿Qué seguridad? Las establecemos continuamente para eludir responsabilidades, testimonios…pero al final del camino y bajo esta perspectiva no se encuentra ninguna seguridad.

Como nos revelaba una oración : “A costa de ese reservarse, el ser se retrae hacia, digamos que, intimidades, y se encierra en una caja fuerte. […] Se suele decir: ‘Tengo mis reservas en torno a la personalidad, en torno a la identidad, en torno a lo que ocurre, en torno a lo que...’. Es decir, la suspicacia y la duda, más o menos razonable, y la sospecha. Todos esos elementos son reservas, resabios, productos, lógicamente, de unas relaciones humanas e interhumanas que han fracasado en su confianza".

El ir con reservas implica no estar al 100% entregado, significa “ir a medias”, y esto a su vez significa que ni corazón, ni pensamiento, ni hacer están alineados, lo que lleva a que no seamos sinceros… Que siempre hay una parte que no mostramos, que no expresamos, tenemos nuestro grifo cerrado y el agua no fluye. Hay una lejanía entre nosotros y aquello en lo que estamos. Y lo hacemos por miedo, vanidad, importancia, sospecha, duda…  Vivimos permanentemente secuestrando una parte de nuestra realidad.

El verse siempre fuera, es una falta de compromiso, una falta de entrega, en el fondo es una falta de amor. Creer que no necesitamos vincularnos con nada ni nadie porque “tú eres auto-suficiente”. La vida sin embargo nos enseña que somos parte de un ‘todo’, que no nos podemos aislar de la totalidad, y que como parte de ese ‘todo’ no podemos dejar de cumplir con lo que en cada momento se requiere de nosotros.

¿Y si la vida es una gran película? ¿Qué papel tiene cada uno? Ni siquiera de extra, porque a un extra le dicen “barre”, y él se entrega a barrer… Así, bajo esta visión reservada, no tiene ningún sentido la vida.
Esto le pasa a muchas personas, se ve en tantas enfermedades auto-agresivas, autoinmunes… La vida no tiene ningún sentido, porque no tiene ningún guión, ningún papel…No porque no le hayan entregado uno, sino porque no ha querido cogerlo… Y claro, así… todos somos muertos vivientes.


Sin embargo, a nosotros todos los días nos invitan las circunstancias a entregarnos a cada instante como si fuera el último. Eso es lo que hay que hacer. Más si decir “me comprometo o no”… , pensar que esto es único, esto no se va a volver a repetir… No es ni ayer, ni mañana, es el ahora, y si no vivimos el ahora qué vamos a vivir y eso es entregarse al 100% a cada instante. Como el amanecer o atardecer de cada día, que jamás volverá a ser el mismo.


Sería un buen ejercicio irse a la cama cada día pensando “hoy ha sido un día redondo, redondo porque nos hemos entregado al 100% en cada instante porque hemos puesto lo mejor de nosotros, nuestras mejores habilidades, nuestros mejores sentires”. De esta manera no caemos en las medias tintas, no hay nada de  qué arrepentirse, no hay culpas. Hemos hecho lo que teníamos que hacer …

Cuando hacemos lo que tenemos que hacer, aunque nos cueste un esfuerzo superior a nosotros, la fe nos será dada y el sentido de las cosas aparecerá. Volveremos al escenario de la Vida.


“Sobreponer poner el deber a la querencia y así poco a poco la querencia se hace amor. Cuando estás en lo que tienes que hacer, la cosa cambia. Actúa como si fe tuvieras y te será dada”.