lunes, 29 de diciembre de 2014

LA DESCONFIANZA Y LA VIOLENCIA EN MÉXICO. ¡LAS MUJERES Y LOS NIÑOS SON LOS QUE MÁS LA SUFREN!

Por Vicky Vananda



Para la Medicina Tradicional China la desconfianza y la violencia son patologías del reino mutante de la madera. México se encuentra dentro del planeta en este reino mutante. Tristemente no se vive en la virtud que le corresponde. Ya no se ven los ojos inocentes, la sonrisa y la alegría por las calles como se podía ver y sentir hace unas décadas. Los rostros son de miedo, ira, frustración, sufrimiento, mucha confusión, la falta de confianza, la falta AMOR... 
México en náhuatl significa "ombligo de la luna". Hace referencia a "un centro y a lo femenino, a su origen mítico, divino".  También ha sido llamado "la región más transparente del aire". Sus virtudes en la actualidad se ven borrosas, casi en extinción. Las mujeres y los niños son las que más lo padecen en todos los estratos sociales, como también lo podemos apreciar en el resto del planeta.(1)

Diariamente vivimos entre hambres, fraudes, maltrato, violaciones, secuestros, chismes, castigos, amenazas, mentiras, engaños, y de ahí todos las patologías que surgen sobre todo en los niños y las mujeres: cáncer, asma, hipertensión, diabetes, enfermedades mentales, quistes de ovario, mastopatías fibroquísticas, litiasis biliar, litiasis renal, desórdenes del comportamiento, fracazo escolar, bulling, etc.

En México la desconfianza es habitual, es una forma de vivir. 
Al respecto comenta Fernando Amerlinck:  
Confundimos la desconfianza (un juicio infundado sobre la sinceridad ajena) con la cardinal virtud de la prudencia. Letal confusión: mala calidad de nuestra vida pública, ineficiencia gubernamental, corrupción, violencia; la desconfianza provoca remolinos de tiempo y energía perdidos inútilmente. Es monstruoso que en México el que es honrado, el que dice la verdad y cumple su palabra parezca ingenuo o tonto. La mentira institucionalizada, lo más destructivo de nuestra vida social, prohíja  nuestra generalizada desconfianza. 

Tal desconfianza y cortesía hipócrita tienen un correlato: la resignación cínica, el “ya ni modo”, “al fin que ni quería”, “te lo dije, no se puede”. Y el resentimiento: culpar a otros y combatirlos con toda violencia, desde el insulto hasta el asesinato. A nivel personal, de familia o país se ven las gravísimas secuelas en el actual ánimo de frustración y furia. 

En EEUU es un grave delito mentir. En México no sólo es indispensable ante leyes y prácticas diseñadas para morder sino que hasta está bien visto por una sociedad cínica, resignada y desconfiada.  (2)
Fernando Flores y Robert Solomon en sus libros "Building trust-Construyendo confianza, y About love- Sobre el Amor" comentan:
La confianza, proceso de construcción de toda buena interacción humana, abre posibilidades en todo ámbito social. Y como la libertad, la vida, la salud, el dinero o el amor, la confianza se aprecia mejor cuando no existe.
“Sin confianza, la comunidad se reduce a un grupo de esclavos salariales resentidos debajo de directores defensivos, cuando no codiciosos. La gente hace su chamba pero no empeña sus ideas, su entusiasmo o su alma. Sin confianza, la empresa no es una comunidad sino un brutal estado de naturaleza: una guerra de todos contra todos donde el empleo tiende a ser repugnante, brutal, y corto.” (3)
“México no puede ser relevante y ofrecernos una esperanza creíble hacia el futuro si sigue siendo ámbito de desorden y violencia; y el peor caldo para cultivar eso es ver a la desconfianza como virtud”. (2)
Y la mayoría sigue buscando el sueño americano que ha traído tanta contaminación y corrupción a este país. 

Y el mexicano sigue diciendo: "A todos diles que sí, pero no les digas cuando"...
¡Mexico lindo y querido, quedan recuerdos de tu sonrisa, tu amabilidad, tu solidaridad, tu encanto, tu magia... DES-CONFIANZA, DA CONFIANZA... DANOS UNA ESPERANZA... DA CONFIANZA. APUESTA POR LAS MUJERES, CREE QUE EN TU ÁNIMA COMO PAÍS ESTÁ LA HUELLA DE TU ORIGEN DIVINO, FEMENINO COMO CENTRO Y COMO POSIBILIDAD DE SALIR DE ESTE SUFRIMIENTO!

lunes, 22 de diciembre de 2014

ENCUENTRO, ENCONTRARSE. LEMA DEL AÑO 2015


Por Inspiración Femenina


El solsticio de invierno, cuando la noche se hace más larga, es el momento en el que comienza el año oracular: un ritmo anual oracular que ha sido creado en la Escuela Neijing, y que está marcado por el oráculo del I Ching. Así, cada año está –bajo nuestro punto de vista- en una sintonía especifica. Ayer, día 21 de Diciembre de 2014, culminaba el año del Consenso y daba comienzo el año del Encuentro, del Encontrarse.
Este lema tendrá una influencia sobre cada uno de nosotros, y sobre las circunstancias que nos rodean. Hoy queremos reflexionar sobre qué va a implicar ese Encuentro y ese Encontrarse en lo femenino.
Lo primero que nos inspira el aroma de este lema es ese ENCONTRARSE: la posibilidad de que lo femenino se pueda encontrar a sí mismo. Lo cual, es uno de los objetivos de nuestra labor desde que Inspiración Femenina comenzó su andadura. Quizá este año sea favorable para que se produzca ese encontrarse de lo femenino, ese darnos cuenta de quienes somos, de cómo somos, de cuales son nuestras vocaciones espirituales y emocionales, y, en consecuencia, empecemos a abandonar los viejos y estériles modelos de mujer que hemos estado vistiendo durante siglos.
Ese encontrarse de lo femenino quizá implique, también, un abandono progresivo de la masculinización, pues ésta ha supuesto –y supone- un desencuentro permanente con la naturaleza de lo que somos.
Sin duda, cuando un ser se encuentra consigo mismo y se identifica, puede empezar a darse el encuentro con los otros. Esa es la segunda inspiración que nos sugiere este lema: EL ENCUENTRO. Quizá este año no sólo sea el momento propicio para que nos encontremos con nosotras mismas, sino para que se produzca el encuentro con el masculino. Después de años y de siglos de guerra de sexos y de desencuentro de géneros, parece que el Universo se dispusiera y nos brindara las condiciones propicias para el encuentro. Y no podríamos esperar menos, después del año del Consenso. Quizá el año del Consenso ha sido el preámbulo necesario para que el Encuentro pueda producirse.
Creemos, desde la Inspiración Femenina, que el encuentro entre lo masculino y lo femenino implica grandes dosis de respeto. En vez de gastar energía en tratar de entendernos, usémosla en respetarnos. Quizá ése sea el mejor medio para encontrarnos.
El hecho de que las condiciones celestes sean las favorables, no significa que vaya a ser fácil, sino que es el momento adecuado. Para que se dé ese encuentro y ese encontrarse hace falta una evolución, un salto, y, sobre todo… una búsqueda. Recuerden que para encontrar algo… primero hay que buscarlo.

Así pues, abracemos este año con el entusiasmo y las ganas de quien busca, y con la fe de quien sabe que… a fin de cuentas, no somos nosotros los que encontramos, sino que nos encontrarán.

domingo, 21 de diciembre de 2014

¿HABLAMOS DE LA VIDA?

Por Inspiración Femenina 



Estamos en un marco político ajeno a la naturaleza humana, de eso no nos puede quedar la mínima duda. La vida y sus eventos han quedado matizados irremediablemente por una intención de poder.
             En este año en transcurso, aquí en España, se ha desatado una interesante controversia que nos insta cuanto menos a reflexionar sobre lo que queremos como especie, y como individuos.
             Seguramente todos sabrán que, como en la mayoría de los países occidentales, existe una ley del aborto. Una ley que para los grupos políticos es un arma de uso para alcanzar un determinado número de votos. Esa ley fue ampliándose y debatiéndose a lo largo de los últimos años, hasta alcanzar una flexibilidad y amplitud nunca antes vista, con el partido socialista obrero español.
             El último logro de esa ley es la de que las niñas embarazadas, de 16-17 años pueden optar por el aborto sin que precisen el consentimiento de sus progenitores.
             El PP, partido gobernante en estos tiempos, de ideología dicen que de derechas, no era partidario, en su momento, de que existiera la ley del aborto. Pero ahora que gobiernan, y quieren cumplir con su programa electoral, rectificando esa ley, parece que no todos los afiliados al partido están de acuerdo con ello.
            En su momento, la crisis abierta por este tema le costó el cargo y la continuación en la política a un personaje con gran trayectoria en el PP…y parece que no está muy claro que se vaya a eliminar esta ley del aborto.
            Para acallar el malestar de quienes son partidarios de eliminarla, el partido en el gobierno propone una modificación de esa última parte, en la que las niñas no tienen que solicitar el consentimiento de sus progenitores, por la de que sí tengan que obtenerlo.
            Este es un tema de mucha sensibilidad en la sociedad, la mayoría de las personas tienen un criterio al respecto…Los conservadores en contra de la ley…los progresistas a favor…y ésta es la historia que parece repetirse para mantener una perpetua guerra entre tradición y modernidad, a costa de que a nadie le interese la auténtica realidad que se esconde detrás de , en este caso, un aborto.
            Mientras el debate se centre en si estamos a favor o en contra de que se legalice el aborto, perderemos de vista, desde nuestro criterio, el verdadero asunto.
            Se han preguntado ¿por qué abortan las mujeres?... Fíjense, las mujeres abortan a pesar de que el aborto en sí es un grave problema de salud física y sobretodo emocional ¿por qué?
           Es bastante probable que parte de esa causalidad del aborto esté en la certeza de que la sociedad machista y poderosa en la que estamos ha creado unas condiciones, para la mujer, todavía más indeseables si cabe, en el caso de que vaya adelante con el embarazo, que si opta por el aborto.
            Entonces…¿no sería mejor gastar energía y recursos en crear unas condiciones sociales favorables para las mujeres en caso de quedar embarazadas?.
            Vamos a visionar una nueva realidad respecto de la vida. Imaginemos un mundo donde el machismo no sea el rector de las normas y leyes de conducta humana. Imaginemos un mundo donde los seres humanos presten apoyo a la vida en toda su expresión.
Si estuviésemos en un pensamiento humano en el que se apoyase a la mujer por ser trasmisora directa de la vida. En el momento del embarazo tendría los apoyos y recursos necesarios para mantenerse a ella y a su bebé, así como continuar su desarrollo personal. Planteémonos un objetivo irrenunciable que pasa por un mundo donde el maltrato y el sometimiento no son, bajo ningún concepto, admisibles.
Si el mundo en el que estuviésemos diera un valor enorme a la mujer y al embarazo, estamos seguras de que prácticamente ninguna mujer abortaría.
Definitivamente, las mujeres abortan porque ese embarazo supone para ellas un perjuicio y una desventaja con respecto al varón y a la sociedad. Ya sea por el abandono a la que se la condena o por el sometimiento a unas condiciones de vida de inferioridad con respecto a la media social.

Nuestra propuesta es que se dediquen los esfuerzos políticos, y económicos a crear un mundo donde ser mujer sea un honor y una realidad segura y agradable, y donde se proteja y se potencie esa transmisión de la vida en unas condiciones inmejorables. Así no tendríamos que gastar tanta energía inútil en valorar si es bueno o no, que se pueda abortar legalmente.

miércoles, 17 de diciembre de 2014

CALIDAD DE AMOR


Por Inspiración Femenina


Desde el punto de vista femenino, pensamos que, en general, valoramos la calidad del amor más que el varón, aunque evidentemente, a el también le importa.
¿Y qué queremos decir cuando hablamos de ‘calidad del amor’?
Probablemente no podemos dar una definición, porque para cada uno la calidad en el amor va a ser diferente. Pero podemos dar algunas características que nos aproximen a este concepto.
Tenemos que decir que probablemente la información que demos hoy estará sesgada, porque hablamos fundamentalmente desde el punto de vista femenino. Es decir: ¿qué sentimos las mujeres que es ‘amor de calidad’?
Ese amor de calidad que podríamos resumir con la frase: ‘mi felicidad es tu felicidad’… ese amor que nos permite ver la parte virtuosa del otro y relacionarnos con él/ella con nuestra propia virtud. Ese amor que hace que seamos –o tratemos de ser- cada vez mejores, por nosotros mismos y por los demás.
-Como primera característica, podríamos decir que es un amor que no nos esclaviza sino que nos libera. El amor que hace que deje de ser yo, que tenga que asumir un papel que no se corresponde conmigo, que tenga que renunciar a sueños, proyectos, amistades, desarrollo, formación, etc… no es de calidad.
En este sentido, sabemos que el amor es de calidad cuando trata de potenciar nuestro desarrollo, nuestra evolución. Cuando fomenta que estudiemos, que nos formemos (si es lo que deseamos hacer, claro), aunque para ello tenga que renunciar a algún tiempo de ocio propio.
-Imprescindible: sentir que nos respeta (y respetarlo). Sin este ingrediente, el amor acabará no siendo de ‘calidad’.
-Otra característica que pensamos debe adornar a este amor es la complicidad. Evidentemente ésta conlleva sinceridad, aceptación, saber que va a entender lo que le decimos o al menos lo va a apoyar. Poder disfrutar juntos de cosas pequeñas o grandes. Poder reírnos de tonterías y también de nosotros mismos.
-El poder contar con la pareja, saber que está ahí cuando le necesitamos, sentir la seguridad de su amor en una mirada o un pequeño gesto. Saber que se alegra con nuestros triunfos y que cuando estamos tristes, tratará de acompañar y aminorar nuestra pena.
-También es importante no perder de vista el objetivo de nuestra relación, o el motivo por el que estamos juntos; y no dejarnos llevar por contratiempos cotidianos o por asuntillos convivenciales que pueden –todos lo sabemos- estropear mucho una relación.
En este punto, es muy importante ser conscientes de todo lo bueno que nos está aportando y no quedarnos enfijados en el pequeño conflicto. Si quedamos en el conflicto, probablemente no seamos capaces de solucionarlo. Si tenemos en cuenta todo lo demás, la solución vendrá sola.
-Todos los aspectos que podemos leer en revistas, artículos etc… sobre qué es lo que enamora a una mujer, también cuentan, por supuesto. Los queremos fuertes pero sensibles y tiernos; los queremos detallistas; queremos que nos hagan reír; queremos que se acuerden del cumpleaños, del aniversario… queremos que sean buenos padres; queremos que compartan las tareas; que nos den sorpresas, que piensen en nosotras; que nos susurren un poema o nos canten una canción.
-Por último, pero no menos importante, queremos que sea un buen amante. Que nuestra vida sexual sea intensa, sana, estimulante, apasionada. Que sea respetuoso con nuestros ciclos, que no nos imponga la relación cuando él quiera sino que se adapte a cuando nosotras queramos….
Estamos seguras de que nuestros lectores añadirán las características que su originalidad en la expresión del amor le sugieran.
¿Nos parece muy idealizado? ¿Quizás no existe ese varón?
Pensamos que sí, y que en cualquier caso, más que buscar cualidades, es importante ver que podemos evolucionar juntos hacia ese amor.
En resumen: Queremos sentirnos deseadas y amadas por ese hombre con el que hemos decidido compartir nuestra vida.
Todo esto en cuanto a lo que anhelamos de él. Pero también en nosotras hay unos indicadores muy claros:
-Cuando todos estos puntos que hemos dicho nos salen de natural, sin tenernos que esforzar, es que estamos con un nivel de enamoramiento estupendo. Si en nosotras se empiezan a dar otros síntomas, tenemos que alertarnos. Por ejemplo, si dejamos de tener deseo sexual… alerta máxima. Si nos empieza a importar más lo que él nos haga que lo que nosotras hacemos… alerta. Si empezamos a valorar nuestra felicidad por la respuesta que él nos está dando… alerta. Si empezamos a ver todos sus defectos en lugar de todas sus virtudes… alerta. Si empezamos a sentir que no le reconocemos, o que no nos reconocemos a nosotras mismas… alerta.



domingo, 7 de diciembre de 2014

BIEN-ESTAR DE LA MUJER, BIENESTAR SOCIAL





Desde la creación del grupo Inspiración Femenina, venimos remarcando la necesidad de que la mujer logre sus recursos económicos propios para que tenga una independencia emocional, así como una libertaria gestión de decidir; hemos insistido, e insistimos, en la imperiosa necesidad de que mejore su salud en todo los sentidos. De la misma manera hemos considerado imprescindible su preparación cultural. Todo ello, no sólo por favorecer su desarrollo e identidad, sino porque consideramos que en la medida en que la mujer está "bien", su entorno mejora en todos los aspectos.

El proyecto en el que ahora nos encontramos: Feminología, a propósito del cual estamos impartiendo seminarios y redactando un libro, nos ha imbuido plenamente en esta consciencia.

En el enlace que les adjuntamos todo esto queda bien patente:

http://elpais.com/elpais/2014/11/28/planeta_futuro/1417180438_053825.html

La pregunta que nos surge es: Si se está de acuerdo en que el bienestar de la mujer favorece la calidad de vida de la sociedad humana ¿por qué no se procura ese bienestar? No queremos ser catastrofistas pero somos un poco realistas al responder: no interesa. Sí, a los grupos de poder no les interesa para nada una sociedad de "bien- estar", sino una sociedad que corra detrás del concepto de "bienestar" que la sociedad de logro y consumo ha establecido como objetivo; pero que nos quede bien claro a las mujeres: nuestro bien-estar no es un objetivo político ni menos económico. Ha de ser un objetivo nuestro.

Inspiración Femenina Tian.



martes, 2 de diciembre de 2014

EL ARTE DE LA ENTREGA

Por:Inspiración Femenina


Muchas veces al escuchar la palabra “entrega” podemos relacionarla con sumisión o renuncia. Nada más lejos de la verdad. La entrega es un arte que nos puede llevar a ser inmensamente felices.
Todos hemos escuchado constantemente, de nuestras madres y abuelas que la entrega es una virtud que hay que practicar. Y lo que era una virtud socialmente aceptada, poco a poco ha ido malinterpretándose en lago negativo.
Es como si las mujeres modernas relacionaran la entrega con sumisión, con la renuncia de sus ideales, con quedarse conformes con alguna situación insatisfactoria, pero no es así.
La entrega es simplemente saber vivir el “ahora mismo”: Si tengo que lavar, pues lavaré sin sufrimiento, sin pensar que prefiero estar haciendo otra cosa; si tengo que cuidar a los niños, lo hago contenta, disfrutando del momento, jugando con ellos, y no de mal humor porque prefiero estar haciendo otra cosa. Es decir, hay cosas que tenemos que hacer, porque forman parte de nuestra función, y aunque no nos agraden debemos hacerlas, entonces me entrego, para que no sea un motivo de sufrimiento o infelicidad. Ya llegará el momento y espacio de hacer algo que me guste más.
Alguna vez, cuando nos hemos topado con alguna persona que en su trabajo se comporta de manera amable, simpática, con buena actitud, nos hemos detenido a pensar en la diferencia con otras que te atienden mal, y realmente ahí te das cuenta de que las dos tienen que hacer la misma función, pero una ha escogido disfrutar y ser feliz con algo que tiene que hacer, y la otra ha escogido vivirlo con sufrimiento. A la primera,  seguramente  se le harán las horas de trabajo más cortas, llegará a su casa con más animo y energía de hacer otras cosas. La segunda, muy probablemente, llegue a su casa cansada y de mal humor. Una ha decidido entregarse a su trabajo y probablemente ascenderá de posición con más facilidad que la segunda.
Así podemos ver que la entrega no significa rendirse ante una situación, no. Uno puede estar en situaciones insatisfactorias, querer salir de ellas y sin embargo entregarse mientras estas duren. Y seguramente, teniendo una buena actitud al respecto, viviendo las cosas sin sufrimiento, otras posibilidades de salir de esa situación puedan surgir.
En cambio, cuando no hay entrega, hay sufrimiento, hay pelea, hay resistencia, hay mal humor y amargura, y con esta actitud negativa, seguramente no se sabrán ver las oportunidades que se nos presentan.
La no entrega es en el fondo una lucha, una competencia para amoldar las situaciones, relaciones y vivencias a nuestro gusto. Esto es imposible. Las cosas nunca van a ser de nuestro completo agrado, y podemos luchar para siempre y ser infelices en el proceso. O también podemos entregarnos, amoldarnos a las situaciones que nos vengan, sabiendo que fluir con la vida es la manera más inteligente de proceder. Y si hay algo que queremos cambiar, actuar de manera positiva, sin ir en contra, sin resistirnos al proceso de las demás personas.
Como dice el titulo de esta entrada, entregarse es un arte, hay que practicarlo y recordarnos constantemente que la vida fluye como el agua, que todo en la naturaleza se entrega sin reparos y así es como debemos comportarnos nosotros también.


martes, 25 de noviembre de 2014

TRANSMISIÓN - COMUNICACIÓN

Por Inspiración Femenina




Los medios de comunicación son el instrumento a través del cual se realizan los procesos comunicacionales hoy por hoy. Los hay masivos e interpersonales, pero en definitiva queremos que quede claro que a través de estos medios es por donde nos comunicamos.  

Antaño la comunicación se realizaba a través de señas y signos, luego -al inventarse la imprenta- y darse los cambios sociales, las formas de comunicación fueron evolucionando a gran velocidad hasta llegar a la telefonía, televisión, redes sociales, etc…Respondiendo así a las necesidades de la Globalización. 

Generalmente para comunicarse uno emplea el lenguaje, y la forma más inmediata de ésta: el idioma. Ahora bien, el idioma se va adquiriendo poco a poco, siendo la etapa más fructífera de aprendizaje la infancia. Durante esta etapa dependemos de personas e instituciones que nos muestren cómo desarrollarlo, -el lenguaje-, ese que nos permitirá comunicarnos con los seres de nuestro entorno inmediato y no inmediato a través de los canales disponibles. Estas personas e instituciones son en general la familia y el colegio, y los canales los medios de comunicación. Sabemos que la escuela sigue un parámetro de enseñanza X que enfatiza y realza ciertos aspectos y que se ha ido formando a lo largo de la historia como respuesta a necesidades de diversos conflictos. Instruye a personas, y los niños se disponen a ampliar sus conocimientos y sus capacidades bajo estas influencias pasando luego por los medios de comunicación. 

Los medios de comunicación que nos envuelven hoy día han dado una gran preferencia a la capacidad de transmitir, más que a la de ‘comunicar’; es decir, que el emisor reciba una respuesta. Se ve claro si pensamos en la radio, la televisión, el ordenador, etc… Desde pequeños nos sometemos al bombardeo de información sin esforzarnos intelectualmente, ya que no exigen respuesta. Más de uno habrá observado un fenómeno bastante común en la sociedad actual: miles de personas sentadas delante de una pantalla durante horas. 

Nos contaban que las nuevas formas de comunicar, es decir, Facebook, twitter, Instagram, Pinterest, Vine, Snapchat, y un largo etcétera, han cambiado radicalmente nuestra forma de desenvolvernos. Basta con comparar cómo se vive hoy a cómo se vivía hace unos años. Ya no existe el parque, existe Facebook; ya no existe hablar, existe twitter; ya no existen los álbumes familiares, existe Instagram. No entramos a juzgar estas cosas, simplemente queremos dejar claro que en esta nueva era así es la comunicación. 


Nos llama la atención este cambio, ya que estos medios pasaron de ser informativos a responder a las necesidades de una sociedad consumista. Nos estimulan convertirnos en consumidores de los productos ofrecidos. Uno de los efectos nocivos de esto es el efecto hipnótico que poco a poco hace que perdamos nuestra capacidad creadora y hacen que disminuya nuestra capacidad de razonamiento y deducción, ya que las conclusiones a las que llegamos son fruto de los mensajes a los que continuamente estamos expuestos. 
Durante el desarrollo de los jóvenes, estos tienden a vivir en un mundo de ensueños que se alimenta de su imaginación. La imagen “definida" de estos medios de comunicación inhiben la capacidad de “inventar el mundo” y anulan la fascinación por lo desconocido. 
Recibimos imágenes continuamente, sin tiempo para digerirlas ni reflexionar. Esta información “definida” disminuye la inclinación a la comunicación, al diálogo -algo femenino-, que se ha sustituido por ‘el monólogo de la pantalla’.

Decimos que la comunicación como vía de doble sentido, -y en este aspecto no la transmisión como algo más unilateral -(transmisión aquí sólo hace referencia al sentido unilateral, por lo que lo utilizamos como diferente de comunicación, -algo bilateral-. Muchas veces hemos hecho mención a los beneficios de la transmisión teniendo en mente otros aspectos que aquí no incluimos) es algo de naturaleza femenina, ya que la mujer en sus orígenes vivió en comunidad y desarrolló esta facultad de comunicación, debido a que sus actividades eran más sociales. Las mujeres se reunían para lavar, cuidaban de los hijos… Los hombres salían a cazar, para lo que debían guardar silencio. Decimos por eso que las mujeres han estado acostumbradas durante más tiempo a expresarse a través de la palabra; y la conversación podría haber sido para ellas una forma de organizar la vida a su alrededor.

Habiendo hecho esta pequeña reflexión, y ante la nueva era de la comunicación en la que nos encontramos, creemos que es importante rescatar esa naturaleza femenina de expresión, de compartir. Todo parece ir hacia un sentido de transmisión cerrada e individual, y en ese aspecto podría tratarse de una naturaleza más masculina. La forma de comunicarse hoy lleva a la aceptación sumisa de las sugerencias que nos llegan a través de estos medios y es de suma importancia recuperar actitudes críticas, en lugar de caer en la tendencia a conformarse. 


Frente a los nuevos medios de comunicación, creemos urgente rescatar la naturaleza comunicativa femenina. Recuperemos, desarrollemos y fomentemos el diálogo, la reflexión y la comunicación de doble vía. 

lunes, 24 de noviembre de 2014

¿CUANTO TIEMPO LE QUEDA AL MATRIMONIO COMO INSTITUCIÓN?





En la época preindustrial el núcleo familiar era la unidad más común de organización social. Sin embargo, la familia moderna ha variado con respecto a su forma más tradicional, en cuanto a funciones, composición, ciclo de vida y rol de los padres.
A partir de la revolución Industrial, con la incorporación de nuevas tecnologías y con la posterior incorporación de la mujer al mundo laboral, cuando comienza a producirse el cambio en la familia. Con la revolución industrial se producen desplazamientos a lugares desarrollados industrialmente, por lo que se originan movimientos de despoblación y sobrepoblación. Cambian las formas de organización laboral, provocando la inclusión de la mujer en este ámbito. Es en este momento cuando los roles de los cónyuges comienzan a cambiar. Antes de la era industrial, la responsabilidad económica e institucional del hogar estaba sobre el varón, después es compartida por ambos, varón y mujer. Los hijos pasan a ser cuidados por otras personas que pueden ser del contexto social formado por la familia, siendo lo que se considera como familia extensa, abuelos, tíos, etc., o por cuidadores con los que no hay ninguna filiación. Aparecen las niñeras y las guarderías.
Quizás estemos viviendo un momento en el que habría que plantearse un nuevo significado de Familia.
Ahora no es estrictamente necesario tener lazos filiares para tener una familia. A veces, los amigos son la familia, habría que investigar y analizar los diferentes contextos sociales de cada conjunto de personas y observaríamos que hay tantos tipos de familia como de grupos sociales.
Son cada vez menos los grupos sociales que reúnen las características estrictas para ser considerados Familia desde el punto de vista de la Ley o lo eclesiástico, ya que el número de Divorcios aumentan cada año, al igual que el número de uniones verbales, es decir, por sentimientos y no por contrato. Son cada vez más las parejas que no están unidas bajo ningún tratado legal ni religioso. Son muchas las personas que consideran su familia a las compañeras de piso, a los vecinos, a las amigas, etc.
Entonces, ¿Qué es la Familia en la actualidad?
En este análisis que hace Marcelo Colussi, reconocido investigador social,  podemos encontrar motivos interesantes de reflexión habida cuenta que es un tema que afecta de una manera u otra a la sociedad actual.

Marcelo Colussi (especial para ARGENPRESS.info)

Amigos con derechos, amigovios, parejas abiertas, matrimonios homosexuales…, a lo que podría agregarse, quizá con otro estatuto sociológico pero igualmente "inquietante" para una visión tradicional: sexo cibernético, relaciones en el espacio virtual, ¿muñecas y/o muñecos inflables de silicón?, etc., etc. Todo esto es nuevo, y aún sigue produciendo mucho escozor a las visiones conservadoras. Pero ahí están, tocando la puerta de nuestras atribuladas sociedades.

"Adán y Eva y ¡no Adán y Esteban!", vociferaba un predicador evangélico, Biblia en mano. De todos modos el campo de la sexualidad y las relaciones afectivas en su sentido amplio siguen siendo -no hay otra alternativa parece- el doloroso talón de Aquiles de lo humano. ¿Por qué, indefectiblemente, en toda cultura y todo momento histórico, se ocultan las "zonas pudendas"? Pero, ¿por qué son pudendas?, justamente. ¿Por qué toda la construcción en torno a esto es tan pero tan problemática? El psicoanálisis nos da la pista (no queremos saber nada de la incompletud, de la falta, por eso tapamos los órganos que nos ¿avergüenzan?, porque descubren que estamos en una carencia original: no podemos ser al mismo tiempo todo, machos y hembras), aunque se prefiera una psicología de la felicidad que nos otorgue manuales y fórmulas de autoayuda para ¿triunfar en la vida? y asegurar el "amor eterno" (que, en realidad, no dura mucho). Resaltar la incompletud no es muy grato que digamos; mantener la ilusión de la completud obviando el conflicto a la base, es mucho más gratificante. Las religiones, en general, no dicen algo muy distinto a esta psicología de la buena voluntad. Por eso todavía siguen ocupando un importante lugar en la dinámica humana. Y la gente, aunque luego se separe, sigue cumpliendo con el rito del matrimonio, en una amplia mayoría de casos, en una iglesia, colocándose un anillo y jurándose fidelidad.

Si bien la "infidelidad" -mejor llamada, con más propiedad científica, relación extramatrimonial- es una práctica tan vieja como el mundo (de ahí el décimo mandamiento de la tradición cristiana, que indica "no codiciar la mujer ajena" -machismo mediante, por supuesto: las mujeres no tienen dueño-). El matrimonio monogámico y heterosexual, al menos en Occidente, se sigue levantando como un paradigma y sinónimo de normalidad. A lo que podría sumarse, como obligado complemento, aquello de "haz lo que yo digo y no lo que yo hago". El matrimonio tiene mucho que ver con todo esto: hay transgresiones por todos lados, hace agua, pesa. A veces agobia. En otros términos: es como cualquier institución. No es una determinante natural; no tiene que ver con ningún instinto biológico. Es un código, una construcción histórica.

Sin dudas, una construcción socio-cultural más: ni tan "normal" ni tan "sana" en sí misma. Construcción, posicionamiento, no más que eso al fin de cuentas, pues en la historia y en diversas modalidades civilizatorias puede encontrarse la monogamia tanto como la poligamia. Y justamente por el machismo patriarcal que mencionábamos, muy raramente la poliandria. Si mantenemos la neutralidad científica y no consideramos el mundo sólo desde lo visceral, lo ideológico cerrado, rápidamente tenemos que agregar que ninguna construcción es más "normal" ni "sana" que otra.

Como un dato con algo de "perturbador" (al menos para la conciencia tradicionalista y reaccionaria) que no puede dejarse pasar inadvertido, valga considerar este ejemplo: en la ciudad de Guatemala, Centroamérica (capital de un país conservador desde el punto de vista ético, declaradamente cristiano -pero con un porcentaje de abortos de los más altos de Latinoamérica, por supuesto clandestinos-), en la última década la cantidad de travestis que ofrecen sus servicios en las calles aumentó en un 1.000%. ¿Cómo leer el fenómeno? ¿Se vuelve más "degenerada" la sociedad, o se permite externar más algo que estaba latente desde siempre? Considérese que quienes demandan el servicio son siempre varones (¿heterosexuales y monogámicos?). Si subió tanto la oferta, es porque hay demanda, nos podrían decir los mercadólogos. Esto de ser ¡puro macho! habría que empezar a ponerlo en cuestión. Lo cual ayudaría a repensar críticamente -para buscarle alternativas, claro está- la institución matrimonial.

Según investigaciones recientes aproximadamente un 50 % de matrimonios en el mundo se disuelven. Podemos tomar el dato con pinzas (como todo dato en el campo de la investigación social), pero no cabe ninguna duda que hay una tendencia fuerte que no puede desconocerse. Esta tendencia -ahí está lo importante a considerar- nos habla de algo: el matrimonio es una institución en crisis. En todo caso, la modernidad de nuestros días posibilita poner sobre la mesa sin tanto problema cuestiones que recorren la historia, anteriormente no dichas, hoy ya más visibilizadas.

Si se echa una mirada histórica a esa tendencia se descubre que la misma, en estas últimas décadas, ha presentado como diferencia básica el hecho de mostrarse en forma pública sin mayores problemas; pero ha estado presente en las sociedades desde tiempos inmemoriales. En cualquier cultura, y en toda época, el matrimonio, en tanto institución, ha evidenciado signos de, por lo menos, debilidad. Quizá ahora, sin que el mundo sea un paraíso precisamente, pero con una mayor permisibilidad para ciertos temas, se puede hablar con más libertad sobre esta tendencia (por eso, seguramente, esa mayor presencia de travestis en las calles guatemaltecas. Y de moteles…, que se llenan de "transgresores"). Cada día más, por otro lado, legislaciones de distintos países aceptan el divorcio como un mecanismo social legítimo. La crisis, parece que llegó para quedarse; ahora ya es tema obligado de conversación. Es un hecho político, sin más.

Por supuesto que es un tema controversial y se puede estar furiosamente en contra de esa dinámica, pero la realidad es dura y obstinada, y aunque desde posiciones ideológicas conservadoras se levante un determinado discurso, la realidad puede ir por otro lado (así suelen ser las cosas, por lo demás). Para muestra (una entre tantas, las hay por miles), el discurso moralista de la Iglesia católica: se fustiga la homosexualidad por pecaminosa, pero una parte nada desdeñable de sus pastores tienen juicios por pederastía. ¿Eso es lo "sano" y "normal", el doble discurso, la hipocresía, la mentira institucionalizada? Evidentemente la psicología de la buena voluntad y la apelación a valores de "buenos" y "malos" (los "malos", por supuesto, siempre son los otros) no alcanzan para entender el fenómeno en cuestión, mucho menos para plantearle alternativas.

La institución del matrimonio va acompañada y se inscribe en otra formación social tal como el patriarcado, el primado del varón sobre la mujer (se es la "mujer de"; el cinturón de castidad, aunque no se use de hecho, no salió de nuestras mentalidades, la mujer es propiedad varonil, igual que una vaca o una gallina), modalidad cultural que, sin poder decir que esté en absoluto proceso de crítica y de retirada de la escena, al menos comienza también -muy tibiamente todavía- a ser cuestionada. En este marco general, entonces, debe entenderse el matrimonio como el dispositivo social que permite/asegura la perpetuación de la especie, de la propia cultura, y de la propiedad privada. Es la célula social que sirve para reproducir el sistema vigente.

Todas las sociedades son conservadoras (para eso existen justamente: para conservarse a sí mismas, asegurando los logros históricos que han ido consiguiendo en el nunca terminado proceso civilizatorio); todas las sociedades, hasta ahora, en mayor o menor grado son machistas, patriarcales. El ejercicio del poder, al menos hasta ahora, está concebido en términos masculinos (los que mandan siempre llevan un cetro de mando, representación fálica por excelencia… -¡hasta el Papa!, que hizo votos de castidad!-). El matrimonio, en tanto célula primordial de las sociedades, es por tanto conservador, machista, patriarcal. Y si se quiere decir de otro modo: es un ejercicio de poder.

En algunas sociedades, incluso, taxativamente está estipulado que el varón puede disponer de varias mujeres -en el Islam por ejemplo- mientras que en Occidente la bigamia es delito…, pero se tolera (al menos para el "macho") una determinada cuota de "infidelidad", de "canitas al aire". Hoy día, incluso, podría decirse que también comienza a abrirse el campo también para las mujeres, pues por las calles ofrecen sus servicios no sólo prostitutas (mujeres públicas) sino prostitutos.

El matrimonio implica un contrato social, un ordenamiento legal. Ambas partes firman y se comprometen, tal como se hace en cualquier contrato civil, a cumplir con la letra pequeña del texto, esa que nadie lee. El deseo, de todos modos (aquello que quiere normar el décimo mandamiento) no se puede legalizar. Como arreglo establecido, entonces, en tanto institución, el matrimonio es producto de un acuerdo, de un convenio; por tanto, también sujeto a evolución en el tiempo (siempre las legislaciones van a la zaga de los hechos consumados; se transforma en ley lo que ya existe de hecho como práctica consuetudinaria).

Hasta ahora el matrimonio, con deficiencias intrínsecas insalvables (la "infidelidad" es tan vieja como el mundo y todo indicaría que no hay vacuna efectiva que lo evite. Los dioses griegos del Olimpo, muy humanos por cierto, también tenían este tipo de relaciones) ha venido cumpliendo su cometido: reproducir la especie y la sociedad. Y seguramente pueda seguir cumpliéndolo, aún con sus nuevas variables: matrimonios homosexuales por ejemplo, que si bien no reproducen biológicamente, sí pueden adoptar hijos y criarlos. Lo cierto es que, a partir de esta crisis que ahora se patentiza, pero seguramente presente en toda su historia, el matrimonio nos abre preguntas que ya no podemos seguir evadiendo.

Por cierto que, como institución, no se nutre necesariamente del amor que se jura en un altar hasta que la muerte separe a sus partes ("el amor eterno dura… ¿cuánto tiempo?"); muchos matrimonios (si se conocieran los datos reales sin dudas caeríamos de espaldas) se mantienen por otras circunstancias, muy alejadas por cierto del enamoramiento entre sus cónyuges: conveniencia y/o necesidad social. Una vez más: somos conservadores, ese es nuestro sino humano. Y ni qué decir de la cantidad de matrimonios armados a espaldas de sus miembros, más aún de la mujer, sólo para mantener/conservar/afianzar conveniencias económicas y/o políticas. Fenómeno, por cierto, que se repite tanto en sectores pobres como en la llamada "alta" (¿?) sociedad. Evidentemente, el amor existe (sin dudas es de las cosas más extraordinarias de la vida… ¡y ojalá fuera eterno!), pero en la vida no queda mucho espacio para el amor. Aunque sí para el matrimonio.

En sí misma, tal como está planteada en su estructura, la institución matrimonial lleva implícita la posibilidad de la transgresión a la promesa de fidelidad -cosa, por lo demás, muy habitual-. Algunos estudios de opinión de los tantos que circulan por ahí respecto a este tema refieren que el porcentaje de varones con relaciones extra-matrimoniales no es tan desmedidamente más alto que el de las mujeres con "canitas al aire": 60% contra un 35/40% -dato a tomar con cuidado, pero que hay que leer e interpretar adecuadamente: el deseo no es patrimonio varonil-.

De todos modos, en tanto institución conservadora, el matrimonio va más allá de estas circunstancias "domésticas", intentando erigirse como un valor ético en sí mismo -cerrando los ojos, tolerando, dejando pasar "pecadillos" ocultos-. Para la tradición occidental y cristiana, se lo pone como un punto de la máxima aspiración, un valor casi supremo en orden a la construcción social. No hay que dejar de considerar que muchas parejas no se separan porque el peso de la tradición y la presión social son excesivamente grandes. Las excusas del caso pueden ser variadas (los hijos, las habladurías de las familias, la tradición conservadora), aunque pareciera que el peso de todo eso sigue siendo muy grande. De todos modos, algo evidencia que está comenzando a fisurarse, porque ya son numerosos los países que han optado por legalizar la ruptura de ese contrato matrimonial. El divorcio legal -legalizando una práctica que se da muy habitualmente en la cotidianeidad- avanza. Así como avanzan otros temas hasta ayer tabú: la legalización del aborto no terapéutico, el matrimonio homosexual, la eutanasia, la legalización de ciertas drogas.

Todo lo dicho, entonces, es lo que abre el cuestionamiento: si está siempre en posibilidad de ser transgredido (las relaciones -y los hijos- extramatrimoniales son un hecho incontrastable); si no asegura el enamoramiento de sus partes; si conlleva todo el peso de la rutina y la formalidad de cualquier institución: ¿por qué se mantiene el matrimonio?

Dar una respuesta convincente a esta pregunta implica largos desarrollos sociales, psicológicos, políticos, ideológicos, que exceden las posibilidades de un pequeño texto como el presente (pero que, no obstante, invitan a emprenderlos).

Acompañando esas reflexiones -y he ahí probablemente lo más rico que disparan estas preguntas- queda la interrogante: si el matrimonio está en crisis, ¿con qué reemplazarlo entonces?

Publicado por Jesús Hidalgo.