martes, 30 de junio de 2015

EL COLAPSO DE LA REALIDAD: UN MOTIVO DE ENFERMEDAD


Por Inspiración Femenina

Seguramente a ustedes también les habrá pasado alguna vez, que tras aprender una palabra nueva, ésta parece por todos lados; o que al descubrir una flor que les gusta, comienzan a verla por todas partes. Incluso alguna conocerá bien la experiencia de creer que está embarazada y empezar a encontrarse a mujeres embarazadas por cualquier rincón.
¿Qué es lo que sucede en esos momentos en que sólo vemos aquello en lo que estamos interesados? Quizá sean instantes en los que la realidad colapsa, y la inmensa diversidad que la caracteriza se convierte en homogénea. Una sola posibilidad aparece, y las demás colapsan.

Desgraciadamente estas experiencias no son las únicas en las que vivimos el colapso de la realidad. También nuestra realidad colapsa cuando empezamos a ver sólo lo malo o lo negativo de una situación, una relación o una experiencia. Toda la diversidad, todos los diferentes matices de sensaciones, de vivencias y experiencias acontecidas, de pronto desaparecen y sólo vemos aquello que no nos gusta, aquello que nos incomoda, que nos daña, que nos irrita. Este colapso gravitacional es para las mujeres un motivo habitual de depresión pues sumerge nuestras realidades en callejones sin salida.
También colapsamos la realidad cuando, por el contrario, solo vemos la parte virtuosa, amable, adorable de alguien; cuando sólo contemplamos los pros y no los contras, o cuando únicamente nos fijamos en las posibilidades y no en las dificultades. Esto suele pasarnos a las mujeres en el inicio de una relación, o en el comienzo de un proyecto. No es motivo de depresión, pero sí puede ser terreno abonado para el desengaño. En cualquier caso, vemos que no contemplar toda la realidad, sino sólo una pequeña porción es un permanente motivo de enfermedad.
¿Cómo es posible que la realidad colapse, que nos convirtamos en visionarios sesgados por patrones establecidos?
Los estudiosos del comportamiento de la estructura intima de la materia pasaron mucho tiempo tratando de descifrar el enigma del colapso. Uno de ellos, Schrödinger, se acercó bastante a ello a través de lo que se llamó el colapso de la función de onda. En mecánica cuántica se describen los estado de un sistema, generalmente se les denomina funciones de onda. Las funciones de onda nos describen las múltiples posibilidades que tiene una partícula subatómica de comportarse. Todas esas posibilidades existen a la vez, hasta que la observamos, momento en el cual, todas las posibilidades colapsan, menos una, que es la que podemos llegar a ver.


Schrödinger explicó su teoría con un ejemplo cercano, el famoso ejemplo de un gato que se mete en una caja con un elemento que tiene una probabilidad del 50% de matarlo. Hasta que no abramos la caja, no sabremos si el gato está vivo o está muerto. La cuántica nos dice que mientras que no abramos la caja y observemos al gato, éste está en un estado superpuesto, combinado, del gato vivo y el gato muerto. En el momento en que abrimos la caja, y observamos, de las dos posibilidades que había, una de ellas colapsa y la otra permanece.
Aunque la cuántica vive bien con este tipo de estados, nosotros vemos al gato vivo o al gato muerto pero no en una combinación.  Sólo nos quedamos con una de las partes, la otra desaparece.  Ese hecho se denomina colapso de la función de onda y no tenemos ni idea de cómo o por qué pasa.
Así ocurre en nuestras vidas cotidianas: vemos una parte de la realidad u otra, pero habitualmente nos resulta difícil ver toda la realidad en una amplificación combinada.
Ante este enigma, otro físico cuántico vino a nuestro auxilio: Everett, con su teoría de los múltiples universos. Everett trató de explicar el colapso de la función de onda y lo que propuso es que el colapso en realidad no se daba.   La función de onda nunca colapsa, sino que en el acto de medir el universo, éste se desdobla en tantas ramas como posibilidades existan.  En el caso del gato, al abrir la caja el universo se desdobla en dos ramas, pero pudieran ser muchas más dependiendo de la cantidad de posibilidades.
Entonces lo que ocurre no es que colapse la función de onda sino que nosotros percibimos el estado que está en la rama que nos ha tocado, pero habrá otra copia de nosotros que perciba lo contrario.  Es decir, al abrir la caja del gato, el universo se desdobla en dos partes:
1.     En una vemos el gato vivo.
2.     En otra vemos el gato muerto.
3.     En todas las ramas hay una copia de todo, nosotros, la caja, el gato, etc, y no notamos el desdoblamiento del universo.

El universo sufrirá tantos procesos de división como medidas hagamos sobre estados cuánticos superpuestos y en cada una de ellas se dividirá en tantas ramas como estados que formen la combinación.

Obviamente, todas estas teorías cuánticas no son fáciles de experimentar en el día a día. Pero de algo tiene que servirnos saber que la materia se comporta de ese modo. Nuestras vidas están sometidas a las leyes y criterios newtonianos, en donde la realidad colapsa, y sólo podemos ver una de sus posibilidades, pero ¿qué tal si apostamos por saber que ninguna de las opciones colapsa sino que siguen existiendo en diferentes universos?
De este modo, cuando sintamos que nuestra realidad colapsa porque solo vemos una parte, una porción, una cara, una visión, será más fácil diluir ese callejón sin salida en el que con tanta frecuencia caemos las mujeres y que nos conduce a un estado depresivo con tanta fuerza, que es una afección el doble de frecuente en mujeres que en hombres. Todas las opciones siguen existiendo, aunque nosotras no podamos verlas en ese momento. En algún universo hay una copia de nosotras que está viendo la otra parte de la realidad.
Además, sabemos que es el momento de la observación lo que genera el colapso de la función de onda, o al división en múltiples universos, y también sabemos que observar es, de algún modo, juzgar la realidad. Propongámonos, por tanto, contemplar. Contemplar sin intervenir y sin juzgar lo ocurrido, puede permitirnos seguir viviendo en todas las posibilidades, sin que ninguna de ellas tenga que colapsar. El ejercicio de la contemplación y la meditación puede ayudarnos a aunar todas esas facetas de nosotros mismos para amplificar nuestra consciencia y no quedar atrapados en sectarismos.
Atreverse a vivir bajo ese criterio es dar un salto al vacío misterioso que nos sobrecoge y nos hace libres… para vivir en una realidad cada vez más amplificada.


martes, 23 de junio de 2015

LA DECISIÓN DE VIVIR

Por Inspiración Femenina





Esta semana recibimos un WhatsApp -de los muchos que recibimos a diario-, pero éste en particular nos hizo reflexionar sobre los hábitos (malos hábitos) que tenemos las mujeres en algunos asuntos… hablaba sobre un señor que estuvo en un accidente de avión, y sobrevivió, pero pasó unos minutos convencido de que iba a morir, y lo que aprendió en esos minutos. Entre otras cosas, hablaba de que lo primero que pensó es que todo cambia en un instante, en todo lo que quería hacer y no hizo, a toda la gente a la que quería haberle dicho que la quería y no lo hizo, y que aprendió que no hay que aplazar nada en la vida… decía que ya no tiene vino bueno en su bodega… que cada minuto de la vida hay que disfrutarlo, que vivimos de espaldas a la muerte, sin querer saber nada de ella, pero que cualquier momento puede ser el último.  Su discurso sigue muy interesante, pero éste es el punto que queríamos comentar hoy.
Sí, porque si hay alguien que pospone –a veces indefinidamente- sus sueños, sus ideales, sus pequeños placeres, esa es la mujer. Siempre hay algo urgente del entorno que ocupa nuestra atención y nuestro tiempo, y parece que si nos dedicamos el tiempo a nosotras mismas, estemos siendo egoístas… y nos sentimos culpables. Vamos dejando que pase el tiempo, quizás pensando que ya tendremos tiempo más adelante… cuando los niños crezcan, cuando los padres mejoren o ya no estén, cuando tengamos más holgura económica, cuando… pero, como decía el protagonista de nuestra historia, todo puede cambiar en un instante y puede haber pasado la oportunidad de realizar lo que sentíamos o queríamos; aunque no sea por un accidente, puede cambiar por miles de factores.
Este es un tema que ya hemos tratado en otras ocasiones desde Inspiración Femenina, pero creemos que está bien volverlo a recordar, porque la decisión del cambio, la decisión de hacer lo que sentimos, de disfrutar de lo que hacemos, de reencontrarnos o reinventarnos a nosotras mismas, de evolucionar, de estudiar, de dejar esas historias de miedos, culpas y bajas autoestimas, de tomar las riendas de nuestra vida, etc…, no está reñida con la convivencia en pareja, con el cuidado de los hijos o de los progenitores, con el trabajo o con las relaciones con los amigos. Con lo que está reñida es con la falta de respeto que tenemos hacia nosotras mismas, con el conformismo, con el abandono, con la comodidad, con la resignación, con el estatismo, con la aceptación y el seguimiento de las normas sociales que siguen considerándonos ciudadanas de segunda, aunque legal y públicamente se proclame lo contrario.
No podemos esperar que la sociedad, la cultura o el gobierno nos animen a buscar otras formas de actuar, otras maneras de pensar, a tener otras prioridades, porque las actuales son las que más les benefician, ¡pero a nosotras no!
La decisión de VIVIR y cómo hacerlo, es nuestra. Posponer la vida es morirse un poco cada día.

lunes, 22 de junio de 2015

PINTANDO MANDALAS






Pintar mandalas cuando no sabes qué te depara el Universo luego de dejar una tarea remunerada que hiciste durante 23 años, un sólo mandala pequeño o grande una vez al día, puede evitar un terrible cuadro de stress y angustia.

Estamos acostumbrados a pensar el mundo de la materia, de lo concreto de una sola forma. Y la idea de nuestro sustento básico nos lo proporciona en general la idea que los demás tienen de ello y la idea interior que nosotras también tenemos de ello...

Una manera de extraer esas ideas de sustento material, desde laoriginalidad de cada persona puede ser como no, pintar mandalas todos los días y mágicamente esas ideas irán brotando como plantas.

Resulta ser una manera de decodificar lo aprendido.
Además el pintar con lápices de colores nos conecta con nuestra niñez de ayer y nos la actualiza para “estar en inocencia”. Ese sutil momento de sacarle punta al lápiz... nos hace sentir realmente sin edad cronológica.

Para imaginar, para resolver nuevas maneras de plantarse en la vida, es necesario un estado de “inocencia” que nos permite sentir que lo nuevo realmente es posible y poder ponerle todas las ganas a ese hacer del futuro próximo.

Las dificultades que se presentan para esta tarea es la perseverancia. Ya cuando empieza a suceder la magia de que las ideas brotan y resultan ejecutables, solemos dejar de hacer mandalas. Recomiendo continuar y continuar por un tiempo, sabiendo que nunca nada está realmente terminado ni “logrado”. El utilizar esta herramienta puede ser simplemente un camino de belleza para caminar, como tantos otros.



Adjunto dos artículos que clarifican varios conceptos que sugiero leer antes de empezar. Gracias.






martes, 16 de junio de 2015

NO PERDER LA ALERTA


Por Inspiración Femenina
 
Mirando, hace unos días, un documental sobre la época del Ayatollah Jomeini, porque me interesaba saber que pasó en el mundo árabe para que hoy estemos como estamos, en un momento de la historia en el que parece que el llamado estado islámico se hace cada vez más poderoso y se va expandiendo, como una marea de chapapote, por todo oriente.

Lo que me llamó la atención del documental fueron las palabras de una mujer que no entendía el cambio radical que se había producido en el modo de vivir desde el gobierno del Ayatollah hasta nuestros días. Ella recordaba que años atrás las mujeres no usaban los elementos propios para tapar sus cuerpos y sus caras, y no era motivo de conflicto. Sin embargo hoy en día, una gran parte de las mujeres árabes no se atreven a dejar de usarlo, y otra gran parte de ellas esta convencida de que es palabra de Dios el que deban usarlo, porque está escrito en el Corán.

Los mayores puntos de controversia en las distintas interpretaciones del Corán por parte de las diferentes facciones musulmanas son sin duda alguna los referentes a la mujer y a la guerra. Dos elementos que el varón siempre ha usado para su beneficio, y para obtener poder.

Eso ya lo sabemos de sobra, pero lo que me interesa resaltar es esa regresión a una situación de desidentificación consentida. Comparando con lo que sucede en el mundo visible de la mujer occidental, con respecto a los malos tratos, veía una gran similitud en el modo en como se ha llegado a reinterpretar, en el fondo, como algo bueno. Tanto la desaparición de la imagen de la mujer en el mundo exterior árabe, como los malos tratos de las mujeres en el mundo occidental tienen el mismo elemento mantenedor. Un parasito.

Un parasito que la mujer tiene en su pensamiento y que la hace creer, en un caso, que su cuerpo es culpable porque es seductor y peligroso, y en el otro que ella tiene un defecto que provoca la ira de su amado…Desgraciadamente, en el fondo, tanto la exigencia del hombre musulmán de que la mujer no exista en el exterior, como el maltrato del varón occidental, representan para esas mujeres una muestra de lo mucho que las aman.

Sin embargo, esa regresión en el modo de pensar de la mujer árabe, nos debe alertar a todas las mujeres, porque el parasito es muy largo, y el hombre varón muy inteligente. Las mujeres estamos mucho más desidentificadas que los hombres, por tanto no es raro que cualquier inducción a identificarnos, con lo que sea, nos atraiga.

Hoy, las mujeres occidentales, estamos viviendo un momento de “libertad” al menos aparente, pero no debemos perder la alerta, de que igual que sucedió en el mundo árabe, nosotras también podemos caer en la trampa de una identificación que venga de la mano del hombre varón y que nos aleje de nosotras mismas. Hoy que el panorama de poder cada vez tiene más rostros de mujer debemos mantener la calma, y reflexionar sobre lo que verdaderamente queremos cambiar, y a donde queremos llegar.