domingo, 19 de enero de 2014

Pasado de guerra, futuro de consenso



Se conmemora este año 2014 el primer centenario de la Primera Guerra Mundial. Conocida como la Gran Guerra que movilizó a 70 millones de soldados y mató a unos nueve millones de combatientes. Somme o Verdún se cuentan entre las batallas más sangrientas de la historia. Fue también la primera guerra en la que se utilizaron armas químicas y los avances del progreso y de la ciencia dieron lugar al desarrollo de una industria militar y armamentística.
A los pocos años, como si el horror de aquellos años se hubiera evaporizado, llego la Segunda Guerra Mundial; firmado ya el armisticio por parte de Japón, ocurrieron los primeros ataques radioactivos a población civil: Hiroshima y Nagasaki.
¿Qué hubo antes de 1914? Guerras y más guerras. Que hubo después de 1945? Guerras y más guerras. ¿Cuál es la situación actual?:  guerras y más guerras.
La guerra no es un “invento” de las mujeres. Más bien, las mujeres hemos sido motivo de ellas  por ser consideradas un buen botín, el botín de las “esclavas”, esclavas para el sexo, esclavas para el trabajo, esclavas para la reproducción. Cuando surge el “espíritu guerrero” la sartén por el mango –como dice la expresión popular- la tenía el varón y durante milenios las comunidades se han desarrollado con el arma en la mano.
Tal vez esta haya sido la evolución de la humanidad bajo una manera de concebir las relaciones humanas y ahora estemos ante un cambio, cambio que llegue a través de las mujeres. Incorporada como está la mujer -en una parte de la sociedad humana- en todos los ámbitos: económico, político, tecnológico, científico, sociológico, médico, su influencia ha de sentirse poco a poco. Al menos así lo aguardamos en un futuro que esperamos no se haga esperar. Hasta el momento, por la enorme “contaminación” que tiene la mujer del “modus operandi” del varón, no se percibe.
La guerra no la creó la mujer, sólo la ha sufrido, ella y sus hijos, a los que resignada veía partir hacia la gloria y las medallas… sic. Las medallas de alguna manera también las ganaba ella: La sociedad le otorgaba un valor añadido por ser “madre de un caído por la patria”.
Hoy día comienzan haber colectivos de mujeres por la paz. Uno de ellos el de las mujeres que claman por una solución a una de las guerras más atroces de la actualidad: la guerra de Siria.



Una guerra que, como todas, se mueve por motivos de lucro de manos anónimas que alimentan con su leña despiadada la hoguera del horror que sufren otros; ellos por supuesto no.




Urge que las mujeres nos movilicemos para aportar soluciones que no pasen por la destrucción. La actitud de consenso y no la de destrucción, está en el ánima de la mujer. El mundo ha de incorporar urgentemente la perspectiva de la mujer.
El hecho de retirarnos del combate  puede ser una gran estrategia de la inteligencia de lo femenino. Puede ser su mejor victoria. Retirarnos del combate para –desde nuestra óptica que es de paz, de alimento, de ayuda- podamos aportar estrategias nuevas, soluciones flexibles, de adaptación, en las que no prime el interés de unos cuantos, sino el bien común. El futuro de la humanidad está escrito en el femenino y la mujer tiene que tomar consciencia de ello.
Tengamos presente que antes, mucho antes de que surgiera ese invento llamado “madre patria”, nosotras fuimos madres.
Tengamos presente que los hijos vienen a la vida y con eso todos nos engrandecemos. Su muerte en los campos de batalla sólo tiene sentido para quienes necesitan mercenarios para su lucro.
Tengamos presente que el valor de una mujer-madre no necesita de ningún pingajo de metal llamado medalla; su valor es absoluto y se lo otorgó la propia vida al hacerle su cómplice.
Tengamos presente que si el horror aún no ha arrasado con la especie humana es debido al anónimo consenso que han desarrollado las mujeres.
¡Mujeres!
¡Presentes!
¡Presentes para la vida!
¡Futuro para la especie!

Publicado por Inspiración Femenina Tian.



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