martes, 7 de enero de 2014

EL CONSENSO


Por Inspiracion Femenina Tian
El tema que nos compete esta semana es a propósito del “Consenso”.
¿El porqué el Consenso?... muy fácil; porque en la Escuela Neijing, tenemos un lema que nos acompaña cada año, con motivo de poder ir orientándonos, guiándonos en nuestro proceso evolutivo como humanidad. Cada año tenemos la fortuna de que el cielo, a través de nuestro Maestro como intermediario, nos vayan dejando estelas que seguir. Esa estela este año es “El Consenso”.
Dicho lema ha comenzado el día 21 de diciembre, y es el que nos acompañara hasta el próximo 21 de diciembre del 2014.
En Inspiración Femenina hemos trabajado el tema del consenso como una cualidad muy presente en lo femenino. Y creemos que este año podremos ahondar en ella y descubrir muchas de las facetas que ello conlleva.
Según la definición que podemos encontrar en el diccionario de la RAE, nos dice que “consenso” significa: Consentimiento o acuerdo, especialmente el de todas las personas que componen una corporación, dos o más partidos políticos, un grupo social, etc., en torno a un tema de interés general.
Respeto. Flexibilidad. Dialogo.
Podríamos decir que el consenso parte de una base, obvia, pero que en la vida cotidiana no lo es tanto –es por eso que no existe el consenso-, y es el respeto hacia el otro.
Ocurre que la mayoría de las veces –por no decir siempre- la otra persona tiene sus puntos de vista que son tan válidos como los nuestros; y algo fundamental a tener en cuenta es que la otra persona, tiene al igual que nosotros, necesidad de satisfacer sus aspiraciones. Cuando no podemos llegar a un acuerdo en común “chocamos”.
Tenemos que tener claro una cosa, que el consenso se basa en el diálogo, que es un discurso entre dos personas, no como suele ocurrir habitualmente que termina siendo un monólogo, es decir el discurso de uno mismo.
Evidentemente, el consenso necesita –además de un respeto, de una flexibilidad-, necesita evadir el deseo de triunfo de las aspiraciones de cada uno, e ir a favor y en pos de unas condiciones en donde todos podamos vivir.
El origen latino del verbo nos da la traducción de “estar de acuerdo”; y estamos de acuerdo, como consecuencia de “sentir lo mismo” respecto a algo, lo cual es diferente a “pensar lo mismo”. Es decir, en el consenso interviene el sentimiento y no la razón, que es lo que habitualmente pasa. Habitualmente solemos pensar que hemos llegado a un consenso cuando pensamos lo mismo. ¡Craso error! Se llega a un consenso por el sentimiento, no por el pensamiento.
Desde Inspiración Femenina, creemos que la mujer, el espíritu femenino va en el camino de la “Evidencia del Consenso”. Es decir, tenemos que estar de acuerdo. Con lo cual tenemos que hablar, hablar, hablar… charlar, tomar café, pasear… hasta que lleguemos a un consenso y estemos de acuerdo. Por ejemplo: “Hay que lavar porque si no está sucio. Tú lavas las camisas porque te quedan mejor las camisas. Yo limpiare los cristales porque me dedico a eso”. Entonces nadie manda. El consenso es consensuado, todos estamos de acuerdo en que hay que lavar. Y por sobre todas las cosas, debemos de insistir hasta que haya un consenso.
De esto sabemos mucho las mujeres. ¿Quiénes, sino nosotras, somos las que hemos estado haciendo de intermediarias en la casa para poner de acuerdo al padre con el hijo, la economía, el buen gusto? La mujer es la que busca que la gente se concilie, que no estén peleados… busca el ahorro, una mejor casa, la mejor higiene… ¡Busca!
Aunque esto ha sido así, creemos que debemos ir un poco más allá, porque que el consenso no se queda solo en lo femenino, sino que es algo que nos compete a todos.
Todos deberíamos estar pendientes los unos de los otros, pero cada uno manteniendo su libertad. El estar pendientes de los demás significa estar “inter - pendinte” del otro. Es decir, estar pendientes de las necesidades de los demás, y a la vez saber uno también necesita de los otros.
Si no estamos” interpendientes”, no estamos consensuados intencionadamente, intuitivamente. Y llega un momento que ni te enteras de nada de lo que sucede en tu entorno más cercano. Indudablemente eso implica sus ritmos. Cada momento, cada etapa, de lo que nos toque vivir llevará implícito un ritmo. Por ejemplo: la maternidad en sus diferentes etapas tendrá diferentes niveles de interpendencia, pero en todas somos “interpendientes”.
Tenemos que aprender a desarrollar la alerta y el cuidado de los unos hacia los otros, favoreciendo el desarrollo de las necesidades de los demás, con nuestras capacidades, sin buscar en ello el interés o la renta, sino más bien con la idea de inmiscuirnos en el bien común.
Es el ir descubriendo en nuestras relaciones las necesidades de los demás y en la medida de nuestras capacidades darles cauce para que se desarrollen.
Es como el antítesis del egoísmo y del individualismo, valores normales dentro de nuestra cultura capitalista y de consumismo; donde por encima de la solidaridad nos lleva a desarrollarnos en la individualidad.
Además de este criterio de inter-pendencia, hay un aspecto que tenemos que tener en cuenta para disponernos al consenso, y es una actitud de evaluar lo positivo, lo que de bueno hay –aunque sea poco-. De otro modo, tiraríamos la toalla y dejaríamos de buscar perspectivas.
Es inevitable y necesario, si queremos llegar a un consenso, poder entablar un diálogo e insistir en buscar qué es lo mejor, poniendo ideas en común. Y si es que no se llega a un consenso es porque somos egoístas, porque queremos defender posiciones personales, de poder, porque no somos capaces de escuchar lo suficiente.
No olvidemos que: “Todo consenso elimina completamente el sentido de poder”.
“¡FELIZ AÑO DEL CONSENSO!”

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