lunes, 19 de agosto de 2013

ALGUNOS LO PENSARON… OTROS TAMBIÉN LO PIENSAN… Y SE SIGUE PENSANDO…

Por Milagros García Bueno


Algunos lo pensaron… otros también lo piensan… y se sigue pensando es el título de nuestro artículo de hoy. La semilla está ahí, tan sólo hace falta regarla para que empiece a dar sus frutos.
Cuando hablamos de las posibilidades que tiene el femenino para llevar adelante a esta especie humanidad decadente, nos podría dar la sensación de que es una idea nueva que podría propiciar un cambio.

Y así es, pero esta idea ya empezaba a manifestarse, a sembrarse desde hace ya mucho tiempo. Por eso nos gustaría empezar este relato diciendo:
Era una vez… un pueblo que había pasado por dos Guerras Mundiales (1914-18 / 1939-45), motivadas por el ansia de poder y la crisis. Fueron los años más sangrientos, terribles y mortíferos que pudo generar la humanidad, millones de víctimas en una sociedad que decía ser civilizada. Nadie pudo escapar de tanto horror y sufrimiento, todo fue destrucción… nada quedó en pie, las guerras destruyeron y deformaron a las gentes.
Tanta desolación llevó a un grupo de personas a unirse. Eran 556 parlamentarios que repudiaban la guerra y que en un momento sobrio, justo y bello del año 1948, estuvieron reunidos durante 18 meses para redactar los doce principios fundamentales de una Nación, con el objeto de que ningún corazón, ningunos ojos volvieran a sentir y a ver las atrocidades que ellos habían vivido.
Ya en aquellos momentos, entre los muchos aspectos esperanzadores para la humanidad que se trataban, estos magnánimos personajes, tuvieron en cuenta a la mujer y lo hicieron ver en la redacción de este tercer artículo de la constitución, que dice así:
Art. 3
“Todos los ciudadanos tienen igual dignidad social y son iguales ante la ley, sin distinción de sexo, de raza, de lengua, de religión, de opinión política, de condiciones sociales o personales.
Es deber de esta Nación eliminar los obstáculos de orden económico y social, que, limitando de hecho la libertad y la igualdad de los ciudadanos, impidan el pleno desarrollo de la persona humana y la efectiva participación de todos los trabajadores de la organización política, económica y social del País.”
Esto ocurrió hace 65 años y sin embargo pocas cosas han cambiado a este respecto.
En los medios de comunicación pública, un gran orador manifestó, con extrema pasión, su comentario a este capítulo, diciendo: “Mirar que… del modo en cómo están las mujeres se mide el estado de salud de una Nación. Maltratar a las mujeres es vivir en un mundo preocupante, un mundo de miedo, un mundo de horror”
Y continuaba afirmando este orador que: “Los miembros de esta asamblea de parlamentarios estaban creando, con estos principios, un mundo de “Amor”, como la imagen que John Lennon quiso expresar en su canción “Give Peace a Chance” (Dale una oportunidad a la Paz), en forma de ley: somos todos iguales, somos todos personas”.
El objetivo con este artículo era evitar la discriminación que se había vivido (y que aún hoy se sigue viviendo) respecto a la mujer, a los homosexuales y a los hebreos.
No se puede escribir “nosotros amamos a los hombres” y después hacer la guerra. El mandamiento supremo en cambio nos dice: “Ama al prójimo como a ti mismo”. Amar a las personas es el mandamiento que salvará a la humanidad. Y ese amor es una cualidad de lo femenino que nos permite unirnos y recrearnos en lo creado.
Una lección, de estos padres fundadores de unos principios fundamentales de la Constitución de una Nación, una de las pocas Constituciones que hacen mención a este particular.
Unos principios para recordar y que resurgen en este momento tan adecuado, donde la humanidad necesita esa energía, esa fuerza… como la de una semilla que se abre para dar su fruto…, para ofrecer esa posibilidad de cambio, transformación y RENOVACION.

Milagros García-Bueno

Nota de la autora: este artículo está basado en los 12 principios fundamentales de la Constitución Italiana, dignos de ser leídos, pues aquí solamente hemos resaltado el que hace mención a la mujer, pero los otros 11 son igualmente esclarecedores y esperanzadores para una humanidad amante.

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