Por AnaB Camponovo
Es
probable que algunos hombres que hayan entrado en la página se hayan
desanimado con prontitud al encontrar sólo aspectos relacionados con la
violencia masculina. Creemos, sinceramente, que, entrelíneas, hay
bastantes más temas en cada uno de los artículos. También sabemos que la
lectura entrelíneas es cada vez más escasa, y esto no es cuestión de
géneros. Como algunas o algunos de nuestros lectores saben, nos gusta
ser bastante explícitas a la hora de expresar nuestros sentires y
emociones. Así que estábamos esperando el momento de plantear otros
temas, menos drásticos, aunque igualmente urgentes en relación a la
masculinidad. Fue así que nos llegó esta entrevista a Sergio Sinay, autor de "La Masculinidad tóxica",
un libro que nos aportó un amigo en Uruguay y que leímos hace algunos
años y nos pareció muy interesante. Sergio Sinay es periodista,
psicólogo y escritor argentino. Entre sus obras más destacadas figuran “La
sociedad de los hijos huérfanos”, “La masculinidad tóxica”, “Elogio de
la responsabilidad”, “Vivir de a dos”, “Misterios masculinos que las
mujeres no comprenden”, “Las condiciones del buen amor”, “Ser padre es
cosa de hombres”, “El amor a los 40”, “Guía del hombre divorciado” y
“Gestalt para principiantes”. Como pueden apreciar, sus títulos podrían
ser un buen comienzo para ver qué dicen algunos hombres que vienen
reflexionando y cambiando su forma de concebir y vivir la masculinidad,
desde hace algunos años. La entrevista es extensa, pero la pueden
imprimir.
fuente: código mujer.com
Existe un discurso
cultural y generalizado de las mujeres de esperar que nos hagan felices, como
si la felicidad fuera un derecho y dejar en el otro el peso y la
responsabilidad. En términos generales, para hombres y mujeres, cuando uno invoca un
derecho está invocando el deber de alguien, porque todo derecho de una persona
es el deber de otra.
La verdad es que nadie tiene el deber de hacerme feliz a mi. La felicidad no es un derecho, de la misma manera que no es una meta a lograr. Me parece más bien, que la felicidad es una consecuencia de la manera en que uno vive, de los valores que uno vive, de la concordancia y propósitos que uno tiene en la vida, del sentido que descubre en su propia vida. Creo que como consecuencia de esto, tenemos momentos de felicidad. otro me puede acompañar en ese camino que estoy recorriendo y de alguna manera ser parte de ella, pero no proveer. Y de la misma manera que yo no estoy destinado a proveerle de felicidad a otra persona, ya que al mismo que le reclamas que te haga feliz va a ser aquel que lo culpes de tu infelicidad, el día de mañana.
Creo que esto genera
mucha confusión. Esto en términos generales y para ambos géneros. En el
caso de las mujeres, me parece que hay un mandato femenino que se ha ido
transmitiendo, por el cual si una mujer cumple con las expectativas que el
hombre tiene de ella, ese hombre la va a hacer feliz, ese hombre le va a
proveer de su felicidad, hará que no le falte nada de lo material, que esté
protegida, pero eso sÍ, este señor le habrá pedido que sea una buena madre, una
buena esposa, no hacer sombra sobre ese señor y bueno, si es así, serán felices
y comerán perdices... Ese es el cuento que nos han contado... Nadie sabe qué
pasa en el día a día... qué pasa cuando las perdices escasean, qué pasa cuando
alguien se cansó de comerlas... qué pasó cuando esa mujer se cansó de cocinar
todos los días perdices para ese señor que llega tarde a la casa... Hay un mito
alrededor de la felicidad.
¿Por qué caemos y cómo
salimos de ésta trampa cultural de la felicidad?
más allá de los
discursos, -oportunistas, de marketing- que anuncian un mundo de equidad, que
hay un mundo en el que las mujeres ya trabajan en igualdad, en el que los
hombres son sensibles y las mujeres poderosas... más allá de eso, seguimos
viviendo en un mundo en el que predominan los viejos mandatos masculinos.
Siguen siendo hegemónicos... Miremos los negocios... de pronto se muestra a una
mujer que ha llegado alto en una corporación, como si ese caso mostrara un
cambio en la situación de las mujeres, y la verdad es que no es así. Siguen
teniendo el techo de cristal, siguen sin tener gran incidencia, porque
cuando llegan, tienen que aceptar los paradigmas, los modos masculinos. Esto
pasa en la política, en los negocios...
¿Cómo se sale de aquí?
Se sale negándose a
aceptar estos mandatos en el día a día. Los grandes cambios sociales no se
producen ni de arriba hacia abajo, ni de afuera hacia dentro, ni de lo grande
hacia lo pequeño. yo creo que se producen desde lo pequeño a lo grande y desde
adentro hacia afuera... Esto quiere decir que los cambios deben comenzar
realmente en donde las personas tenemos poder, que es en nuestra vida cotidiana, en nuestro trabajo, en nuestra casa, en los
lugares donde nos relacionamos.
Sí, cada uno de
nosotros está consciente de que un cambio es necesario, como varones, como
mujeres, para producir mejores vínculos para todos... porque, que cambien las
mujeres, es importante para los hombres, que somos parte de un todo, y somos
partes necesariamente diferentes. Y yo creo que tenemos que seguir siendo
diferentes, pero en los lugares donde las diferencias nos enriquecen, pero no
diferentes donde las diferencias nos entorpecen y nos enfrentan.
Me parece que en la
vida cotidiana de cada mujer, debe dejar de pensar que sin ese hombre con el
que está ella no es nada, porque entonces, por más que ella quiera ser una
mujer diferente a como era su madre, o como era su abuela, y por más que ella
escuche en el mundo en que vive, de la equidad entre varones y mujeres, si ella
desconfía de su fuerza para realizarse en el mundo, si ella cree que necesita
de un hombre como introductor en ese mundo, los discursos no van a cambiar la
realidad. De la misma manera que los hombres tenemos que dejar de decir que queremos
mujeres independientes y que queremos mujeres ejecutivas, fuertes, pero en
realidad cuando llega a nuestro lado una mujer de ese tipo, tratamos de meterla
en una jaula, para que no cobre demasiada preponderancia y autonomía, y que sea
autónoma pero poco... Es como un maquillaje: que no sea realmente autónoma
porque afecta nuestra autonomía.
Los hombres tenemos
mucho que trabajar, en lo cotidiano, con nuestras parejas, con nuestras
compañeras de trabajo, con nuestras ciudadanas y empezar a cambiar esto. Esto
no lo cambiarán los gobiernos, ni los discursos, sino que lo harán las mujeres
y hombres de carne y hueso, en su relación cotidiana de pareja, como padres,
como amigos.
¿Sostienes que la
masculinidad tóxica está muy presente en los varones... existe la femeneidad
tóxica?
Una mujer que cree en
su valía está puesta en aquello por lo cual un hombre la va a elegir -que casi
siempre es lo externo, lo físico, lo aparente-, y que vive en función de estar
siempre en condiciones de ser elegida por un hombre, está padeciendo de una femineidad
tóxica. Así como la masculidad tóxica se transmite de generación en generación,
haciéndonos creer a los hombres que se es hombre si se es productivo, si se es proveedor
y si se es potente, las cuatro p de la masculinidad... cuatro
patas muy endebles que basta que una de ellas tambalee para que se caiga
todo... Si un hombre deja de producir, o si la mujer produce más que él, si el
hombre es hombre deja de ser proveedor exclusivo, como proveedor no es tan
necesario, la potencia desaparece y si éste no fuera un temor de los varones,
el Viagra no tendría el éxito que tiene... El éxito del Viagra es una confesión
de una masculinidad que se vive con mucho temor y mucha angustia.
Y esto tiene la
contrapartida... se completa con una femineidad que funciona en espejo con
esto. Mujeres que creen que dependen de sus medidas, de la cantidad de cirugías
que se hagan, dentro de los parámetros físicos por los cuales un varón las
elegiría, no contradecir los lugares del hombre ni disputar esos
espacios... ese poder, adjudicarlo al hombre para no quedarse sola... Confundir
la maternidad, que es una función en la vida la mujer, con la identidad
femenina total, entonces creer que si no se es madre no se es mujer, y una vez
que se es madre, no soltar jamás a los hijos, porque si la maternidad es lo que
le da su identidad, tiene que mantener a los hijos aferrados siempre, por que
si el hijo se va, ella no es nada... Esto no es bueno para los hijos ni para el
varón... Vivimos en una sociedad con mucho hambre de padre...
Todas esas son
características de una feminidad tóxica:
-creerse una suerte de
discapacitada para lo económico o para tomar las grandes decisiones que hacen
funcionar el mundo
-creer que para
funcionar en esta sociedad hay que adoptar los modelos masculinos de liderazgo,
los modelos masculinos de ejecutividad...
-hay muchas mujeres
que cuando deciden salirse del pequeño lugar doméstico en el que fueron
recluidas, salen de ahí, pero adoptan los modelos masculinos, y eso también es
tóxico.
-no creer que salir al
mundo es salir a ofrecer otro modelo, con mayor empatía, con mayor
horizontalidad, con mayor cooperación, incluir la compasión a la hora de hacer
negocios, mientras las mujeres, que se incorporan a la política, a los
negocios, no incorporen esto que es enseñar a los hombres a transitar, están
siendo protagonistas de una feminidad tóxica.
Existe una tendencia
cada vez más frecuente de hombres y mujeres solas. ¿Por qué crees que es más
difícil encontrar pareja y mantenerla hoy por hoy?
Me parece que las mujeres
no pueden emparejarse. Esto lo dije en mi libro, la masculinidad tóxica... Los
varones vamos camino de ser descartados por las mujeres, ya que hemos cambiado
poco. El varón no ha cambiado demasiado sus paradigmas, y como las mujeres sÍ
los han cambiado y los han trabajado... La verdad es que el que está atrapado
en un lugar mas pequeño y oscuro, tiene a necesidad de salir antes.
Los varones hemos
cambiado poco y en la medida que las mujeres han avanzado, muchas mujeres han
descubierto que pueden ser autónomas de verdad, y para muchas cosas que creían
que era imposible vivir sin un hombre,
A mÍ me parece que
para las necesidades emocionales y afectivas de las mujeres, que quiera llevar
un proyecto de vida en el cual encuentren el sentido y la riqueza de su propia
vida, no están encontrando compañeros; me parece que por eso hay tantas mujeres
solas... Pero donde hay una mujer sola, también hay un hombre solo...
Si la creación, o como
cada quien quiera llamarle, no se equivoca, no es que haya un gran
desequilibrio entre unos y otros, en general hay en el mundo más o menos la
misma cantidad de mujeres y hombres... el tema es que las mujeres reflexionan
sobre su soledad... y los hombres no....
Los hombres seguimos
reflexionando acerca de los mismos temas: el desarrollo económico, el
éxito social, la productividad y en todo caso tenemos analgésicos más
poderosos, más al alcance de la mano, para la misma soledad que padecemos.
Las mujeres prefieren
salir con una amiga, que salir con un señor. Prefieren hasta convivir, y esto
no tiene que ver con lo homosexual, sino que con lo emocional. Prefieren
compartir espacios con mujeres que con hombres, que las pueden esperanzar por
un momento muy breve y que después las decepcionan y las dejan en la peor
soledad, que es la soledad de compañía. Creo
que las mujeres que están solas por experiencias vividas, prefieren estar solas
solas, que solas acompañadas, que es una soledad mucho peor.
Los hijos huérfanos y los
padres ausentes... Las mujeres que se convierten en madres y se olvidaron que
fueron mujeres...
Cuando una mujer se
convierte en madre pareciera ser que deja de ser mujer, deja de ser un “objeto
erótico”... Si escuchas hablar a los hombres que tienes hijos, y les
preguntas qué les gusta de su mujer, por qué la aman, te van a decir, si los
escuchas con atención y en la mayoría de los casos, que la aman porque es la
madre de sus hijos y porque es una buena madre... Pero supongo que cuando
se enamoraron de ella, no era porque era la madre de sus hijos... La primera
conversación cuando un hombre y una mujer se encuentran y empiezan a salir, no
son acerca de los hijos que van a tener, donde los van a educar, sino que son
conversaciones acerca de ellos, se están explorando y atrayendo y comenzando a
amar como varón y mujer.
Es difícil para la
mujer esta doble tarea de consagrar su vocación y seguir siendo madre, porque
en el lugar de madre, siguen estando con poca colaboración de los hombres. Porque
para concebir un hijo se necesita del varón y de la mujer. En la concepción
aportamos un 50% cada uno, ambos necesarios. Así como en la concepción somos 50%
y 50%, en todo el resto deberíamos ser igual. Porque seguimos teniendo cosas
diferentes para aportar, algunas de esas cosas son intercambiables. En algunas
otras son necesarias la presencia de un varón como padre para transmitir lo que
sólo un padre puede entregar.
Este es un llamado a
los hombres a recordar que hay un lugar que si no lo ocupan ellos esta vacante.
Está vacante, ¿en quien?, en el hijo.
Sin duda, una mujer
que viene de una larga serie de generaciones anteriores, madre, abuela,
bisabuela, que eran madres y solo madres y gestoras de lo doméstico, cuando
ella quiere cambiar y emprender su vuelo, se encuentra con un grave problema...
Porque, ¿qué se hace para ser madre y al mismo tiempo ser profesional o ser
protagonista de la vida social, tener incidencia en otros ámbitos? Para hacer esto,
se necesita que, así como la mujer sale, el hombre entre. Debe haber un cruce
en el umbral de la casa. Mientras la mujer está saliendo para
desarrollarse en el mundo, el hombre tiene que estar entrando para
desarrollarse en un lugar en donde él todavía es un ausente y donde todavía esa
ausencia se siente, y es en la gestión de lo doméstico, en la gestión de lo
emocional, en la crianza de los hijos... Después cuando los hijos andan a la
deriva, aparecen los hijos huérfanos con padres vivos, la peor horfandad de
todas, el problema ahí es que cuando se producen tragedias, esos chicos a la deriva
terminan mal, como víctima o como victimarios de alguna tragedia. Lo que suele
ocurrir es que se le echa la culpa a la madre, porque es la madre quien salió a
trabajar, porque la madre estuvo ausente, aparecen voces conservadoras que
dicen, “ven!! esto es lo que pasa cuando
las mujeres se salen del corralito en que estaban ubicadas”. “La mujer no tiene que salir de casa, no
tiene que ausentarse hasta los 30 o 40 años de los hijos... no tiene que salir
de ese lugar.!!” Y las mujeres aceptan esto, y lo viven con culpa. Es
muy difícil que no se sienta culpable, ante ese discurso social que es
compartido por tantas voces, y muchas veces son voces que ellas respetan... o a
las que todos respetamos...
Entonces, ¿de quién es
el la oportunidad de ayudar? Del varón. El varón tiene que entrar a la
casa, porque cuando el varón entra a la casa libera su mundo emocional que
está muy circunscrito y la libera a ella también. Cuando un hombre está
presente en la vida de sus hijos, él va a cortar el cordón umbilical
invisible.... Hay dos cordones umbilicales, uno es el que se corta en el
día del parto y el otro que queda es el emocional. Este último lo corta el
padre, pero no lo corta de manera brutal sino que va cortando paulatina y amorosamente cuando forma parte de la vida del
hijo con una presencia real. Y sobre todo cuando se acerca la pubertad, la
adolescencia, es importante porque es ahí donde el corte se termina... Termina
o no termina, el hijo queda con una especie de dependencia emocional permanente
de la madre o el padre a ese hijo o hija, al cortar ese cordón, lo lleva hacia
el mundo... El objetivo del padre es introducirlos al mundo, pero no empujarlos
al mundo, sino acompañarlos, presentarlos. El padre es como un faro. El faro no
va arriba de la nave, el faro está en la orilla y lo tiene como referencia. El
padre se queda en la orilla mientras los hijos empiezan su navegación en su
vida y al ayudarlos a cortar ese cordón umbilical, y al hacerlo no solo los
libera para que comiencen a ser seres autónomos sino que libera a la madre de
esa función materna en la que había quedado atrapada, hasta convertirse en
identidad. Libera a la madre y le devuelve su condición de mujer, recuperándola
como mujer en su vida.
Porque o sino, ocurre
que si la mujer es madre y sólo madre, uno no tiene relaciones sexuales con su
madre. ¿A donde va a tener relaciones sexuales este señor? En otros
lugares... pero eso sÍ, se disocia de verdad... Y él dice que “no importa porque en realidad a quien ama
realmente es a su mujer...” y claro la ama pero no la desea, y por que no la
desea? Por que ella es madre, ¡cómo va a desear a una madre!
La verdad es que si el
padre se compromete como padre, también está preservando la vida erótica de la
pareja... Está permitiendo no solamente que sus hijos tengan padre, sino
que él y su mujer sigan siendo lo que fue cuando se conocieron, se enamoraron y
decidieron unirse... Esto requiere mucho trabajo y mucha consciencia, pero no
hay que dejar de trabajar el vínculo como varón y mujer. Aunque tengan 6 hijos
en medio, no importa... Porque si no, un día los hijos crecen, se van y los
matrimonios se terminan...
Por ahí hay muchos
hombres que andan solos y divorciados, pero no divorciados del otro sino de la
vida familiar. Están solos porque no supieron construirse como compañeros, además
de como padre y madre.
LO EMOCIONAL EN EL
VARÓN
En tu observación, ¿a
qué aspectos de la mujer el hombre le teme? ¿Cuáles son los temores aún
presentes en las mujeres y cómo podemos trabajarlos?
En mi experiencia de
varón y de trabajo con hombres -siempre sigo observando muy de cerca el mundo
de lo masculino-, hay un temor no confesado a la identidad femenina. Por
esto es que a las mujeres las llamamos las locas, las brujas, hay un temor
ancestral, no natural, a la emocionalidad femenina. Porque lo emocional sigue
siendo desconocido para el hombre. Desde el nacimiento el hombre está mucho más
cercano a la madre que al padre, ya que consideramos que los hijos, por el
hecho de que los llevó en su vientre, los parió, los problemas son más de la
madre que del padre... ¿Por qué los lleva la madre en el vientre? Una
pareja no puede tomar la decisión de quien llevará en el vientre al hijo.
Esta es una diferencia natural, biológica, pero que después va creando otro
tipo de diferencias... Entonces, toda la gestión emocional en la vida de los
hijos, está generalmente comandada por la madre. El padre, emocionalmente, está
en un segundo plano, cuando no está definitivamente ausente.
Los varones como
hijos, aprendemos a detectar cuestiones de nuestro comportamiento que a nuestra
madre la pone contenta o la enoja, la hacen sufrir... Empezamos a construir un
radar que detecta la emocionalidad femenina, pero que nos va haciendo
dependientes de esa emocionalidad. Nos hacemos muy bastantes expertos en ir
mirando esa emocionalidad, detectando esos cambios, si me porté bien, me porté
mal, mi mamá me quiere o no me quiere hoy...
Esta dependencia, como
toda dependencia, va generando una especie de resentimiento. Cuando un hombre
es adulto, si pretende sacar su credencial de hombre frente a los otros
hombres, no puede seguir tan dependiente de la mujer... En el fondo, lo sigue
estando, le sigue temiendo a las reacciones emocionales de la mujer, pero para
disimularlo, intenta someterla en otros aspectos, someterla en lo económico,
etc. La forma más brutal de sometimiento es la violencia física, doméstica. Pero
hay otras formas más sutiles, como descalificar, establecer jerarquías de
poder, tratar de tenerla sometida para que ese volcán emocional no se desate,
porque como los varones somos
analfabetos emocionales respecto de
nuestras propias emociones, no podemos sostener una relación emocional de
igual a igual con las mujeres todavía... y hay que trabajar mucho para lograr
esto... Entonces, hay un enorme temor
del varón a la emocionalidad femenina y que esa emocionalidad se desate. Es
un temor no confeso.
Por otro lado las
mujeres le temen a la fuerza de los hombres, porque es obvio que los hombres
físicamente somos más fuertes y que nuestra manera de expresarnos siempre es
más física que emocional, ya que emocionalmente nos hemos desarrollado poco,
aunque económicamente y socialmente haya hombres que se desarrollan mucho.
Me parece que ahí hay
un cruce de temores que a veces hacen crisis muy fuertes en los vínculos.
La vida, finalmente,
es la suma de momentos que dejan huellas emocionales... Las mujeres, quienes
registramos con fuego las huellas emocionales que nos han hecho daño, ¿cómo nos
curamos de ellas?
Hay un modelo que para
mí sigue siendo muy vigente y por el que se entienden los vínculos entre
varones y mujeres, los hombres somos administradores económicos y las mujeres
son administradoras emocionales. Incluso en las parejas en donde ambos trabajan
y en donde ambos aportan, e incluso donde los aportes son equitativos, las grandes
decisiones económicas no las toma la mujer... En mi observación de la sociedad
en la que vivo, las grandes decisiones económicas son tomadas por el
hombre. La mujer es la que administra y gestiona la vida emocional porque
ella sabe lo que pasa a los hijos, en qué andan, el hijo rompió con la novia,
etc., y también ella gestiona las relaciones con otras parejas u otras
personas... Yo creo que esto está desequilibrado. En la medida en que los
hombres participemos más emocionalmente de la vida en común esta relación
cambiará, para lo cual habrá que empezar participar más, a conocerse más
emocionalmente. Uno no puede participar como analfabeto de algo, si no sabe cómo
leer las emociones, hay que comenzar aprendiendo a leer las propias... Me
parece que las mujeres deberían comenzar por hacerse cargo sólo de sus
emociones y no de todos los que las rodean. Es buena esa vocación y essa
capacidad que tienen las mujeres de cuidar, y esa habilidad que tienen para
reconocer y hacerse cargo de las emociones de los otros... Ojalá que todos los
seres humanos desarrolláramos más de esto... Pero deja de ser tan bueno cuando
son las únicas responsables de lo emocional, porque entonces hay una sobrecarga
emocional.
Estas heridas a las
que te refieres, entiendo que por hacerse cargo de todo lo emocional. La mala
noticia para las mujeres es que esto no tendrá resolución inmediata. Las
mujeres hicieron un camino de transformación, que lleva más de medio siglo, que
empezó desde los lugares oscuros y pequeños en los que estaban recluidas, para
salir a la luz. El camino que hicieron las mujeres es desde lo oscuro a la luz,
desde lo privado hacia lo público, desde lo íntimo hacia lo social
compartido... En este camino, en la medida que cada una empezó a andar,
comenzaron a encontrarse con otras que iban en la misma dirección y se dieron
cuenta de que todas iban hacia un horizonte que se ampliaba, entonces, pudieron
ir juntas.
EL CAMINO MASCULINO
El camino que tenemos
que hacer los hombres es el inverso, los hombres hemos estado afuera, en lo
social, en lo decisivo y ejecutivo y tenemos que entrar a nuestro propio
corazón. Este no es un camino que se pueda hacer de manera colectiva. Este es
un camino individual, porque yo no puedo ingresar en el corazón de otro, tengo
que entrar en mi corazón, conocer mis emociones. Por esta razón no creo que
tendremos un movimiento de hombres como los que hubo de mujeres. Los
movimientos de hombres no prosperaron, lo digo porque participé a principios de
los 90 en algunos de ellos. Hoy sé que no es por ahí el camino. El camino que
nosotros como hombres tenemos que recorrer es un camino espiritual, no el
coraje de la testosterona, sino el de la testosterona espiritual para entrar en
nuestro propio corazón y reconocer nuestros sentimientos... Puede ser que sean
procesos simultáneos pero no colectivos... Nunca será colectivo. Hasta que se
dé una masa crítica de hombres en este camino tan personal, en esa exploración
de sí mismos, que lleva tiempo, que es particular, y que requiere mucho coraje,
las mujeres seguirán heridas emocionalmente y seguirán siendo las gestoras
emocionales del vínculo.
EMOCIONALIDAD FEMENINA Y MASCULINA
Lo que las mujeres
tienen que saber es que la emocionalidad femenina y masculina son diferentes. Las
emociones no tienen sexo, no es que el coraje es masculino y la ternura es
femenina. las emociones son humanas, y lo que que sÍ es diferente es la
expresión de las emociones.
Muchas veces he
hablado para auditorios de mujeres y las he escuchado decir: “¿dónde están los hombres que piensan como
usted?”... Tienen que abandonar esa vocación maternal de ayudarnos a
nosotros... Éste es un cambio que lo tenemos que hacer nosotros. Las mujeres
tienen que saber que al final del cambio pueden encontrarse con una desilusión.
Cuando un hombre es
sensible, lo es pero no a la manera femenina. Los hombres tendremos que
aprender esto. ¿Qué tipo de sensibilidad desarrollaron los hombres durante el
tiempo? Tomaron el modelo conocido de emocionalidad conocida, el modelo
femenino, el modelo con el que convivieron como hijos, como hermanos de
hermanas, como nietos, y este modelo al principio las atrae, ya que dicen, este
no es un hombre de Cromagnon, este no
es un bruto, pero pasa el tiempo y dicen, no me siento muy segura al lado de
este hombre, tiene sangre de horchata...
Y empiezan a encontrarse con un espejo. Una mujer no quiere a una pareja como
ella, quiere un hombre que sea como él y que juntos, realmente cuando sumen 1 + 1, no dé 2, sino que se
cree un número nuevo.
Los hombres, primero
tenemos que aprender que desarrollar la sensibilidad no es feminizarse. Desarrollar
la sensibilidad es ampliar la masculinidad para incluir aspectos de lo
masculino que a lo mejor, están negados.
De la misma manera, las
mujeres tienen que entender que desarrollarse como mujeres no es
masculinizarse. Ser fuertes no es ser fuerte como el hombre, sino que es ser
fuerte como lo es una mujer, no es tomar el modelo oficial de fuerza, de
ejecutividad, que han conocido hasta ahora. En esto, hay trabajo para los dos,
para las mujeres y para los hombres, es encontrar la forma propia de
desarrollar aquello que siempre se nos dijo que no nos pertenecía.
A los varones no nos
pertenecían las emociones, porque debilitan, distraen, porque eso es de mujeres.
A las mujeres que nos
les correspondían las decisiones, hacer funcionar el mundo, porque eso era de
hombres, porque eso las hace machonas.
Las dos cosas son mentira.
Varones y mujeres
tenemos que complementarnos incorporando esa parte negada, pero incorporándola
con características propias del ser varón y del ser mujer, que siempre va a
tener muchos aspectos misteriosos para el otro...
La emocionalidad femenina,
tendrá misterio para los varones...
La emocionalidad
masculina, misterio para las mujeres.
Y, por favor, tratemos
de no develar esos misterios, sino de convivir con ellos, porque eso es lo
maravilloso, no entender del todo a una mujer para mí es algo extraordinario,
emocionante... No hay que descalificarla por eso, no creer que porque no la
entiendo ella es un hombre mal hecho, un hombre fallado. y lo mismo pido del
otro lado, pero para esto tiene que haber buena fe, yo estoy conectado con mi
emocionalidad y la abro, pero te pido que aquello que no entiendas de eso, lo
respetes, trates de moldear a tu modo, porque mi emocionalidad es diferentes, y
si podemos encontrar el punto donde vivir así, creo que es maravilloso, pero
hay mucho para hacer.
Sin duda, la mayor
cantidad de trabajo en todo esto que hemos estado conversado nos corresponde a
los varones, que venimos muy en deuda...
Las parejas parten
enamorándose y terminan amándose...
¿Puedes hablarme del buen amor y del amor ficticio? ¿Cuáles
son esos elementos esenciales en los que deberíamos enfocarnos para construir
esa relación duradera y nutritiva?
El amor no es mágico,
tiene efectos mágicos. Es una construcción, no es algo que uno va a encontrar
hecho y lo único que tiene que hacer uno es ponérselo. A veces parece que el
amor estará esperando en algún lugar, como si el amor fuera una sombrilla en
medio del desierto, y que si la encuentras y te paras bajo ella, estás
cubierto... Esto no es así. A mi me parece que el amor es una construcción de
los que se aman y que se construye con acciones amorosas. ¿Y qué son acciones
amorosas? Son actos de todos los días, en donde es importante mirar al
otro como el que es y no como el que a mí me gustaría que fuera o como el
ideal. El amor se construye amando al otro de la manera que necesita ser amado
y siendo amado por el otro de la manera que necesito ser amado.
Yo puedo pensar que le
expreso el amor a mi mujer protegiéndola de los males del mundo, y ella puede
sentir que yo la ahogo y la asfixio y que no confío en ella y que es una
discapacitada para andar por la vida... Si yo no le pregunto a ella de qué
manera ella necesita ser amada por mí, la voy a amar de la manera que yo creo. También
puedo pensar que como la amo y confío en ella, nunca me inmiscuyo para nada, no
le pregunto, dejo que haga todo por su cuenta y ella puede sentir que a mí no
me interesa, que no tiene en mí a un colaborador, a un compañero y yo puedo
estar convencido de que le estoy demostrando mi amor.
Esto requiere mucho
diálogo, muchas preguntas y comprender la respuesta del otro aunque a mí me
suene extraña. Porque puede ser que yo esté dispuesto a sobre-protegerla y ella
me diga: “para mí, una enorme
prueba de amor es que en este proyecto mío, no participes de ninguna manera y
no me preguntes hasta dentro de dos años. Si haces eso, me estarás demostrando
tu amor...”, y yo tengo que aprender a amarla.
Por eso yo digo que
dos personas que se aman, viven cada uno con un maestro, el otro es el maestro
en el arte de enseñarle a amar... y yo seré el maestro para enseñarle a
amarme. Esto requiere respetar los tiempos, respetar el misterio del
otro, que es una condición del buen amor, saber que acompañar es acompasar... que
uno no acompaña sólo si uno fuerza su paso y deja de ser el que es, con tal de
acompañar y si uno obliga a otro a amoldarse a un paso que no es el de él, sino
que es acompasar y eso lleva tiempo y lleva trabajo. Cuando dos personas
trabajan en eso, van constituyendo una caja de ahorro afectiva... Los fondos
afectivos que se van creando a través una convivencia amorosa, también son para
emergencia o para proyectos, porque el amor no quita la crisis, emergencias
afectivas, que se pueden trascender si ha habido depósitos en esos fondos... Hay
que hacer aportes cotidianos en esa caja amorosa... y también cuando uno tiene
proyectos, porque las parejas son células, son dos células, que constituyen un
organismo vivo, y todo organismo vivo está en una actualización constante, y
tiene un equilibrio inestable y es la síntesis de la vida, y eso quiere decir,
que la pareja, uno puede tomar una fotografía de la pareja en un momento feliz,
pero ese no es el momento final, ese es un momento y va cambiando. Con
fondos afectivos en la caja, hay posibilidad siempre estando al día
amorosamente para los proyectos.
Y las consecuencias
del amor pueden ser mágicas...
Somos siete mil millones de habitantes en el
planeta y no hay dos seres que sean iguales, por lo tanto toda relación, es una
relación entre diferentes, y el potencial del vínculo están en las diferencias
y no en las similitudes...
La gran riqueza de la
relación está en ir descubriendo todos los días, aspectos del otro que son
desconocidos para ambos... Esto garantiza el amor. Yo creo en los amores
estables, en los amores de larga duración, pero creo que son posibles cuando
todos los días se trabaja en ellos. Hay gente que no le gusta escuchar la
palabra trabajo aplicado al amor... Son esos enamorados del amor que han tenido
25 relaciones amorosas y en todas les fue mal, pero siguen enamorados del
amor... Nunca enamorados de una persona real.
Yo quiero amar a la mujer que
está conmigo y para eso tengo que trabajar día y día y quiero que ella me ame
también. Eso es el buen amor.
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