Por Ana BCamponovo
Un poco de Humor Filo Sófico
… de Luces y Oscuridades…
Una reflexión humorosa
Reflexiono genéricamente acerca de la cultura judeocristiana que a todo occidente nos tiene pillados, seamos o no de la religión judeo cristiana. Unos, por ateos, se definen a sí mismos “negando ser…”, o sea, a partir de una negación… Otros, por creyentes, se definen rechazando las sombras a las que llaman “Infierno” -algo que ya se dijo que no existe… pero se insiste en ello-. Los cilios -inventos para acallar y alejar del cuerpo todo aquello que ha sido juzgado como pecado, por la concepción masculina de lo Divino- se han desmaterializado, para atormentar al espíritu humano, y continúan azotando las verdes praderas del alma, la oscura selva del espíritu, los insondables abismos de las emociones, la esencia salvaje del ser. “El Infierno está en nosotros”, Goethe, Fausto. Es que este hombre estaba empapado de las creencias judeo-cristianas herederas del invento del sufrimiento generador de esclavos.
Si lo vemos con sentido humoroso, podríamos cantar: “ámame con ¿mis? luces y ¿mis? sombras…” o “Me amaré con ¿mis? luces y ¿mis? sombras”… Después de todo, si las luces no son mías -pues nos dicen que somos “un reflejo”, como la lunita-nita–, ¿por qué sufrimos tanto por las sombras?, ¡tampoco deben ser nuestras….! ¿Reflejo de qué, son entonces…? Si nuestro brillo no es más que un reflejo de lo Divino, la oscuridad deberá también ser un reflejo de “algo”… o, quizás, también ¿de lo Divino…? ¿Es que hay otra energía, otro Qi en el Universo?
Si lo vemos desde el punto de vista de la física cuántica, ésta nos dice que el 99, 999999% del universo es luz oscura, o sea, oscuridad. La luz blanca es sólo el 0, 000001%. ¿Por qué siempre se ha relacionado la luz blanca e impoluta con lo Divino? ¿Qué hay de la insondable oscuridad…? Al parecer la civilización judeo-cristiana aún sigue metida en las cavernas y temerosa de lo desconocido. Ser viajero de lo incierto en un Universo Peregrino es realmente, sobrecogedor, grandioso y embriagador a la vez… Sí, tomar consciencia de nuestra pequeñez e insignificancia, es una borrachera de incertidumbre infinita. Es entrar en las dimensiones de infinito o retirarse al fondo de la caverna tiritando de miedo.
Por suerte hace milenios, los sabios que habitaron la parte del planeta que hace poco se llama China, nos hablaron del Tao o Dào, esa interacción dinámica entre la luz oscura y la luz clara, donde una se transforma en otra, y ambas se contienen sin prejuicios. Es cierto que todas y todos tenemos nuestras envidias, juicios, rencores… basuritas del alma que hay que sanear, ventilar, porque entorpecen nuestra entrega gozosa… Pero sobre todo, hay que verlas y asumirlas, aceptando que nos hace falta una buena limpiecita. Y la cosa es empezar justo en el momento en que nos pillamos la sombrita, oportunidad preciosa para limpiar algún cristal, poner orden en el armario, salir del armario o entrar, limpiar la parte de arriba de la nevera o heladera, abajo de la cama, o apartar esa ropa que no usamos y que estamos hartas de ver colgadas en las perchas como suicidas, y lamentamos que ha pasado otro año sin usarlas. Despejar el exterior, es una forma de ser consecuentes con esos hallazgos interiores que no nos gustan, pero que asumimos con mucha facilidad como nuestros, y nos castigamos y sufrimos quedándonos, a veces, estancados, aparcadas, apalancados, horrorizadas en ese sentir de oscuridad. Pero, vamos a ver, la luz blanca no existe sin la luz oscura y viceversa.
Somos humanos y divinos destellos, que van entre las luces y las sombras.
Aunque no nos guste la oscuridad porque desde pequeñas nos decían que “es mala”, “es fea”, existe, y todo nuestro camino evolutivo es una danza entre nuestras luces, reflejo de lo Divino y nuestras oscuridades, reflejo de lo Divino.
Mujeres y hombres somos Universos viajeros en el desconocido, luminoso y oscuro, Amor.
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