Por José María y Matilde
Hemos tenido la imperiosa necesidad de, en este día,
traer a dos grandes mujeres del continente africano que nos dan testimonio con
sus vidas. Vidas llenas de sentido, de luz, de valores comunitarios, tradicionales
pero de absoluta vanguardia.
Sobonfu Somé, maestra espiritual africana, de
Burkina Faso, Su nombre significa la que mantiene el ritual, y fue criada desde niña con ese fin. Afirma entre
otras cosas: “Todos los niños de mi comunidad son mis hijos. Paso la mitad del año en Sacramento
(EE. UU. ). Elaboro rituales de duelo por el
mundo y he publicado varios libros sobre mi cultura, la etnia de los dágara. Creo en Dios y en el don que cada
uno trae al mundo”
“Para nosotros el fundamento de una relación de
pareja no es el enamoramiento, sino el respeto al espíritu de cada uno y al
espíritu de la relación, ya que cuando dos personas se juntan aparece un nuevo
don con un espíritu propio que guía la relación”, “Lo primero es la comunidad,
algo vital para el bienestar de cada persona. Lo compartimos todo, y eso da
mucha alegría”.
La otra mujer es de Kenia, Priscilla Sitienei. Cuando nació hace más de 90 años, en su país
las mujeres no recibían educación. Aunque trabajó como partera
durante décadas, dice que aún le queda mucho por aprender. Después de
criar a sus 10 hijos, ahora con más de 90 años, está asistiendo a la escuela primaria e inspirando
a una generación.
“Tuve nietos y bisniestos que huyeron de la
escuela Eso me molestó. Decidí que tenía
que enseñarles que la educación es importante”. “La educación no tiene
límite de edad”. De manera entusiasta, describe su amor por la escuela y sus compañeros,
algunos de los cuales ayudó a traer al mundo.
El entusiasmo de Sitienei ya está dando frutos. Sus tres bisnietos son sus
compañeros de clase y compiten amistosamente por las mejores calificaciones.
David
Kinyanjui, director de la Escuela Preparatoria Visión de Líderes (Leaders
Vision Preparatory School), la describe como una alumna modelo.
Es fundamental, en ésta búsqueda imprescindible y
urgente que tiene la humanidad, para evolucionar según su designio celeste
recuperar la esencia de la especie mujer, dado que hasta hoy su historia ha
sido la de esclavizada, violada, encarcelada,... por la violencia ejercida por
el poder masculino sobre esta especie.
Queremos destacar sobre todo el coraje, la valencia,
la autenticidad ... de estas dos grandes mujeres. ¿Por qué?. Encontramos dos
motivos importantes.
Primero: Sabemos que sólo existe UNO. Cada
ser de la creación simplemente somos una diversificación de ese UNO.
Segundo: Traemos un estudio científico de
la Revista Nature Neuroscience, efectuada sobre ratones, en que descubre que el
ADN transmite información de experiencias de generación en generación. La
“memoria” de los antepasados sobrevive.
Itziar Azkona lo comenta en su blog: “¿No podría ser
que si heredamos experiencias de nuestros antepasados es para seguir con el
aprendizaje que ellos iniciaron? Si es una experiencia feliz, para contar con
el recurso que nos diera su experiencia positiva. Y si fue una experiencia no
feliz, para trascenderla hasta que lo sea”. “Y por último, si la memoria se
hereda, eso querría decir que mi ADN alberga una memoria infinita, es decir,
todo aquel conocimiento almacenado a lo largo de todas las vidas de mis
antepasados. Luego sería cierta la máxima de que “todo está dentro de ti””.
De todo ello podemos concluir (volviendo a nuestras
dos magníficas mujeres africanas, y si se confirmase en los seres humanos el
mismo proceso que se da en los ratones) que en las células de TODAS las mujeres también está ese
coraje, esa solidaridad, esa valentía, ese espíritu comunitario, esos dones de
los que algunas mujeres ya dan testimonio. Que por tanto cabe la posibilidad de
activar, “tomar consciencia” de que YA
está dentro de cada mujer toda esa información. Es necesario e
imprescindible esforzarse en recordarlo, esforzarse en creerlo,
llevarlo al día a día, a pesar de
todas las dificultades.
Y algo más, si la mujer es XX, no debemos olvidar que los hombres al ser XY, también tienen incorporado en cada cromosomas de sus células esa X, ese conocimiento ancestral de lo femenino. Por tanto también tienen esa posibilidad.
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