Por Matilde Lindez y Jose Mª Caravantes
Queremos aportar algunos datos, a
partir de una noticia aparecida estas navidades. Informaba France Press:
“Dos mujeres saudíes serán juzgadas ante un tribunal
antiterrorista por conducir. Loujain Hathloul fue detenida
el 1 de diciembre tras intentar entrar en Arabia Saudi conduciendo su coche
desde los Emiratos Árabes Unidos y contraviniendo una prohibición vigente en el
reino saudí. Una periodista saudí con base en los Emiratos, Maysaa Alamoudi,que había ido hasta
la frontera para defender a su compatriota, también fue detenida.”
Al hilo de ello, Amnistía
Internacional inició una campaña de apoyo a dichas mujeres, en que decía: “Las mujeres saudíes mantienen una campaña pública en contra de la
prohibición de conducir desde1990, cuando alrededor de 40 mujeres transitaron
conduciendo sus automóviles por una de las principales calles de la capital,
Riad. Después de eso, el gran muftí, máxima autoridad religiosa del país,
dictó un edicto religioso en contra de las mujeres que conducían, y a
continuación el ministro del Interior dictó una orden ejecutiva por la que se
prohibía conducir a las mujeres.”
Aunque no tenga por qué ser
exactamente extrapolable, el periódico EL PAÍS, en su edición de 16 de mayo de
2013, decía: “El 79% de los infractores en
España son hombres frente a un 21% de mujeres, según la Dirección General
de Tráfico (DGT). Además, entre los conductores que perdieron la vida en un
accidente en 2011 – el último año con datos consolidados - 1.177 eran hombres,
una cifra diez veces superior a la de las 112 mujeres fallecidas. Y aunque hay
más conductores hombres (15,5 millones) que mujeres (10,5 millones), el
porcentaje que ellas representan en el censo de automovilistas, un 40,5%, es
muy superior al de infractoras y al de víctimas femeninas. “Ellas tienen menos
siniestralidad”, confirma un portavoz de la Asociación Empresarial del Seguro
(UNESPA). En los viajes familiares por motivos vacacionales los hombres conducen
en el 79% de las ocasiones. Además, solo el 20% de ellos se turna con otro
conductor, mientras que el 75% de las mujeres comparten su puesto cuando son la
conductora habitual.”
Pues de todo ello parece
deducirse que obviamente lo que subyace al hecho no es un problema de seguridad vial, ni de incapacidad
manifiesta de la fémina para conducir un vehículo a motor. Incluso parece que
la fémina sabe aceptar su cansancio en la conducción y permitir que otra
persona le ayude en un trayecto suficientemente largo.
Pues entonces va a ser otro el
motivo de ese otro barrote de la cárcel en la que se encuentra la mujer, a
nivel global. Y a lo mejor, al varón sólo le queda respetar a esa mujer que se
ejercita en la conducción, aceptar que lo hace bien (incluso mejor que él) y
aprender de ella a ser más consciente de sus limitaciones y de su aporte de
corrección y cuido a esa labor de conducir un vehículo.
¡Que algún día vayan
desapareciendo los barrotes de esa prisión que priva a la humanidad de las
aportaciones que pueden hacer la mitad de sus componentes en todos los ámbitos!
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