Crónica
de una misoginia.[1]
Vivimos
en España unos días convulsos con motivo de la abdicación del hasta ahora
monarca Juan Carlos I. Prensa, radio,
televisión, tertulias… Pero todos estos acontecimientos pasan, como el agua, y
el calendario –en este caso- lo favorecerá más: Estamos a puertas de los
Mundiales de football, (deporte por excelencia de los manchos “alfa”), estamos
en los días de la declaración de la renta anual y preparando ya las ansiadas
vacaciones del verano. En Septiembre estaremos como si aquí no hubiera pasado
nada. Saber elegir las fechas adecuadas ha sido una “real” estrategia.
No
es el objetivo de este blog un análisis político. A las mujeres nunca nos ha
interesado mucho la política, entre otras cosas, porque es cosa de hombres; la
inventaron ellos, la manejan ellos. Tampoco hoy día, en que las mujeres somos
más visibles en este mundo, pareciera que sea un motivo de interés de las
féminas en general, seguramente porque –aunque seguimos siendo las tontas de la
historia- nos hemos dado cuenta que la antigua “polis”[2] se ha
convertido en “choris” [3].
Lo
que deseamos resaltar en estas líneas, es la enorme misoginia que apreciamos en
nuestra querida piel de toro (¡menos mal que es de toro y no de vaca! porque
entonces las mujeres estaríamos mucho peor) y que estos reales asuntos han
puesto en evidencia.
En
primer lugar, en España aún existe la llamada “ley Sálica”.
La Ley Sálica original, que debe su nombre a
la tribu de los Francos Salios, otorgaba, un papel preponderante a un jefe de
guerreros en la sucesión al trono. La razón estriba en que los varones de la
nobleza recibían entrenamiento en el manejo de las armas desde temprana edad y
en aquella época el rey, el primero de los nobles, combatía al frente de sus
tropas con cierta frecuencia. Esto hacía preferible a un supuesto varón de la
familia real frente a una supuesta hija del rey. Cosas de guerra…
Una consideración de la Ley Sálica es la
llamada "agnaticia" que sitúa a las mujeres en la sucesión al trono
detrás de sus hermanos varones, aunque éstos sean de menor edad. Es la que aún
rige en España y la implantó el primer rey Borbón, Felipe V. En un mes de mayo
de 1713, en concreto el día 10, promulgó en España la Ley Sálica por la que se
impedía a las mujeres acceder al trono. ¡Han pasado 301 años! y ni siquiera el
hecho de que la actual primogénita, la infanta Leonor, sea niña ha abolido esta
ley tribal. (Sic) Esto dice ya mucho del “talente” de los actuales políticos
españoles, sea cual sea su tendencia. ¡Ni siquiera los más izquierdosos han
levantado la voz al respecto. ¡Cuánto ha cambiado la “gauche divine”!
Bien haríamos las mujeres de este país dejar
de acudir a las urnas hasta que no se aboliera esta discriminación, que más que
una ley “sálica” nos parece una ley “sádica”.
En segundo lugar, nos ha llamado también
mucho la atención el trato que en el momento de su abdicación el monarca ha
dispensado a su Majestad la Reina. Unas gracias… Se resaltaba las fotos que
había en el despacho del rey en el momento de hacer pública su decisión (todas
estas cosas están perfectamente estudiadas…) Ninguna de la reina. Aunque sólo
fuera por las “borbonadas” que ha tenido que sobrellevar… podría haber sido un
poco más explícito teniendo en cuenta el “aguante” de la monarca, el cual
creemos que le ha dado una estabilidad a una institución, que llegó a nuestro
país en 1978 cogida con pinzas como herencia del dictador. Un divorcio hubiera
hecho saltar, seguramente, la entonces frágil democracia. Al fin y al cabo, el
destino de las mujeres parece ser el “aguante”.
Pero
sin entrar en esas consideraciones, no podemos pasar por alto la poca estima–aunque
por cortesía hubiera sido- con la que ha sido tratada, fruto de la misoginia.
Se habla mucho en estos días de cual será el
futuro de la reina. Le preguntaban en estos días en Nueva York, cómo sería el
trato que la dispensarán después de que deje de ser reina. Contestaba: “Me da
igual que me llamen la Reina Madre que la madre del Rey”.
Respuesta esta que nos induce a pensar lo poco
que le agobia su futuro “status”. Es una mujer con una extraordinaria cultura y
con proyectos culturales y humanistas en los que lleva inmiscuida hace muchos
años. Cabe pensar que tiene un futuro propio sin los auspicios reales,
proyectos que seguramente podrá realizar a gusto sin las espinas de la corona.
Estamos en el siglo XXI, en España, Comunidad
Europea, tomemos buena nota…
No somos pesimistas ni agrias respecto a la
situación actual y futuro de la mujer, si así fuera, no realizaríamos la labor
a la que nos dedicamos desde hace once años; pero queremos ser “hiper realistas”
porque sólo desde esa atalaya, podemos ser conscientes del mundo en el que
seguimos viviendo y establecer así nuevas estrategias.
La ley sálica sigue existiendo en la
política, en la investigación científica, en la economía, en el arte, en la
medicina, en la enseñanza, en la religión… etc, etc y eso recae aún sobre todas las mujeres del
planeta. ¡Tengámoslo en cuenta!, sobre todo para cuando nos llamen “mi reina”…
Precisamente hoy, en el “Estado Vaticano”, el
Papa Francisco rezará por la paz en presencia de los presidentes de Israel y
Palestina, dos realidades étnicas iconos de los “señores de la guerra”. No han
invitado a ninguna mujer. Curioso… más que nada porque las grandes damnificadas
del invento masculino de la guerra, somos las mujeres. Ya que se reza por la
paz, se podría pedir perdón a las victimas desplazadas y violadas de la guerra.
Pero eso sería mucho pedir a la soberbia pontificia.
La
misoginia nos ha fragmentado y disociado, resquebrajando nuestra salud.
Seguimos viviendo en un “juego de tronos” en el que la mujer continua siendo la
cenicienta sin final feliz la mayoría de las veces. Si continuamos siendo
“cenicientas” con aspiraciones a princesa… ya sabemos lo que nos espera.
Establezcamos criterios propios que no pasen
por el eterno beneplácito del varón; incrementemos nuestra cultura y abramos
nuevos horizontes en nuestras vidas en los que el “arte de vivir” sea un motivo
permanente.
A la aún Reina Sofía, como mujeres, le
deseamos un futuro prometedor. Tiene la suerte de que su nombre significa
“sabiduría” ¡y eso ayuda mucho!
No vamos a decir ¡Dios salve al Rey!, qué
salvado está ya por su fortuna.
Tampoco vamos a decir ¡Dios salve a las
mujeres! Porque ya lo ha hecho, por eso las mujeres del planeta seguimos,
seguimos, seguimos…
[2] Socialmente la polis griga
(de donde arranca es sentido de la democracia) se caracterizó por la existencia
de un grupo de ciudadanos que disfrutaban de todos los derechos, de un grupo de
extranjeros sin derechos pero libres, y de un tercer grupo, los esclavos, privados de libertad y
que no disponían de ningún derecho. A su vez, las mujeres tampoco eran
consideradas ciudadanos y, por lo tanto, tampoco tenían derechos.
[3] Término popular derivado de “chorizo”, que hace
referencia a quien se queda con lo que no le pertenece.
Felicitaciones chicas con cada artículo nos abren el entendimiento, y nos damos cuenta de lo profundo que todavía estamos, pero poco apocó vamos aprendiendo y a partir de este momento ¡que no me digan reina! Que me llamen por el nombre! Gracias por estar ahí mostrándonos el camino.
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