Por Inspiracion Femenina Tian
El tema que nos compete esta semana es a propósito del “Consenso”.
¿El porqué el Consenso?... muy fácil; porque en la Escuela Neijing,
tenemos un lema que nos acompaña cada año, con motivo de poder ir
orientándonos, guiándonos en nuestro proceso evolutivo como humanidad. Cada año
tenemos la fortuna de que el cielo, a través de nuestro Maestro como
intermediario, nos vayan dejando estelas que seguir. Esa estela este año es “El
Consenso”.
Dicho lema ha comenzado el día 21 de diciembre, y es el que nos
acompañara hasta el próximo 21 de diciembre del 2014.
En Inspiración Femenina hemos trabajado el tema del consenso como
una cualidad muy presente en lo femenino. Y creemos que este año podremos
ahondar en ella y descubrir muchas de las facetas que ello conlleva.
Según la definición que podemos encontrar en el diccionario de la
RAE, nos dice que “consenso” significa: Consentimiento
o acuerdo, especialmente el de todas las personas que componen una corporación,
dos o más partidos políticos, un grupo social, etc., en torno a un tema de
interés general.
Respeto. Flexibilidad. Dialogo.
Podríamos decir que el consenso parte de una base, obvia, pero que
en la vida cotidiana no lo es tanto –es por eso que no existe el consenso-, y
es el respeto hacia el otro.
Ocurre que la mayoría de las veces –por no decir siempre- la otra
persona tiene sus puntos de vista que son tan válidos como los nuestros; y algo
fundamental a tener en cuenta es que la otra persona, tiene al igual que
nosotros, necesidad de satisfacer sus aspiraciones. Cuando no podemos llegar a
un acuerdo en común “chocamos”.
Tenemos que tener claro una cosa, que el consenso se basa en el
diálogo, que es un discurso entre dos personas, no como suele ocurrir
habitualmente que termina siendo un monólogo, es decir el discurso de uno
mismo.
Evidentemente, el consenso necesita –además de un respeto, de una
flexibilidad-, necesita evadir el deseo de triunfo de las aspiraciones de cada
uno, e ir a favor y en pos de unas condiciones en donde todos podamos vivir.
El origen latino del verbo nos da la traducción de “estar de
acuerdo”; y estamos de acuerdo, como consecuencia de “sentir lo mismo” respecto
a algo, lo cual es diferente a “pensar lo mismo”. Es decir, en el consenso
interviene el sentimiento y no la razón, que es lo que habitualmente pasa. Habitualmente
solemos pensar que hemos llegado a un consenso cuando pensamos lo mismo. ¡Craso
error! Se llega a un consenso por el sentimiento, no por el pensamiento.
Desde Inspiración Femenina, creemos que la mujer, el espíritu
femenino va en el camino de la “Evidencia del Consenso”. Es decir, tenemos que
estar de acuerdo. Con lo cual tenemos que hablar, hablar, hablar… charlar,
tomar café, pasear… hasta que lleguemos a un consenso y estemos de acuerdo. Por
ejemplo: “Hay que lavar porque si no está
sucio. Tú lavas las camisas porque te quedan mejor las camisas. Yo limpiare los
cristales porque me dedico a eso”. Entonces nadie manda. El consenso es
consensuado, todos estamos de acuerdo en que hay que lavar. Y por sobre todas
las cosas, debemos de insistir hasta que haya un consenso.
De esto sabemos mucho las mujeres. ¿Quiénes, sino nosotras, somos las
que hemos estado haciendo de intermediarias en la casa para poner de acuerdo al
padre con el hijo, la economía, el buen gusto? La mujer es la que busca que la
gente se concilie, que no estén peleados… busca el ahorro, una mejor casa, la
mejor higiene… ¡Busca!
Aunque esto ha sido así, creemos que debemos ir un poco más allá,
porque que el consenso no se queda solo en lo femenino, sino que es algo que
nos compete a todos.
Todos deberíamos estar pendientes los unos de los otros, pero cada
uno manteniendo su libertad. El estar pendientes de los demás significa estar
“inter - pendinte” del otro. Es decir, estar pendientes de las necesidades de
los demás, y a la vez saber uno también necesita de los otros.
Si no estamos”
interpendientes”, no estamos consensuados intencionadamente, intuitivamente. Y
llega un momento que ni te enteras de nada de lo que sucede en tu entorno más
cercano. Indudablemente eso implica sus ritmos. Cada momento, cada etapa, de lo
que nos toque vivir llevará implícito un ritmo. Por ejemplo: la maternidad en
sus diferentes etapas tendrá diferentes niveles de interpendencia, pero en
todas somos “interpendientes”.
Tenemos que
aprender a desarrollar la alerta y el cuidado de los unos hacia los otros,
favoreciendo el desarrollo de las necesidades de los demás, con nuestras
capacidades, sin buscar en ello el interés o la renta, sino más bien con la
idea de inmiscuirnos en el bien común.
Es el ir
descubriendo en nuestras relaciones las necesidades de los demás y en la medida
de nuestras capacidades darles cauce para que se desarrollen.
Es como el
antítesis del egoísmo y del individualismo, valores normales dentro de nuestra
cultura capitalista y de consumismo; donde por encima de la solidaridad nos
lleva a desarrollarnos en la individualidad.
Además de este criterio
de inter-pendencia, hay un aspecto que tenemos que tener en cuenta para
disponernos al consenso, y es una actitud de evaluar lo positivo, lo que de
bueno hay –aunque sea poco-. De otro modo, tiraríamos la toalla y dejaríamos de
buscar perspectivas.
Es inevitable y necesario, si queremos llegar a un consenso, poder
entablar un diálogo e insistir en buscar qué es lo mejor, poniendo ideas en
común. Y si es que no se llega a un consenso es porque somos egoístas, porque
queremos defender posiciones personales, de poder, porque no somos capaces de
escuchar lo suficiente.
No olvidemos que: “Todo
consenso elimina completamente el sentido de poder”.
“¡FELIZ AÑO
DEL CONSENSO!”
VIENE DEL GRIEGO "ACORDIS" ESCUCHAR DESDE EL CORAZON...
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