Por Inspiración Femenina
Mirando, hace unos días, un documental sobre la época del
Ayatollah Jomeini, porque me interesaba saber que pasó en el mundo árabe para
que hoy estemos como estamos, en un momento de la historia en el que parece que
el llamado estado islámico se hace cada vez más poderoso y se va expandiendo,
como una marea de chapapote, por todo oriente.
Lo que me llamó la atención del documental fueron las palabras de
una mujer que no entendía el cambio radical que se había producido en el modo
de vivir desde el gobierno del Ayatollah hasta nuestros días. Ella recordaba
que años atrás las mujeres no usaban los elementos propios para tapar sus
cuerpos y sus caras, y no era motivo de conflicto. Sin embargo hoy en día, una
gran parte de las mujeres árabes no se atreven a dejar de usarlo, y otra gran
parte de ellas esta convencida de que es palabra de Dios el que deban usarlo,
porque está escrito en el Corán.
Los mayores puntos de controversia en las distintas
interpretaciones del Corán por parte de las diferentes facciones musulmanas son
sin duda alguna los referentes a la mujer y a la guerra. Dos elementos que el
varón siempre ha usado para su beneficio, y para obtener poder.
Eso ya lo sabemos de sobra, pero lo que me interesa resaltar es
esa regresión a una situación de desidentificación consentida. Comparando con
lo que sucede en el mundo visible de la mujer occidental, con respecto a los
malos tratos, veía una gran similitud en el modo en como se ha llegado a
reinterpretar, en el fondo, como algo bueno. Tanto la desaparición de la imagen
de la mujer en el mundo exterior árabe, como los malos tratos de las mujeres en
el mundo occidental tienen el mismo elemento mantenedor. Un parasito.
Un parasito que la mujer tiene en su pensamiento y que la hace creer,
en un caso, que su cuerpo es culpable porque es seductor y peligroso, y en el
otro que ella tiene un defecto que provoca la ira de su amado…Desgraciadamente,
en el fondo, tanto la exigencia del hombre musulmán de que la mujer no exista
en el exterior, como el maltrato del varón occidental, representan para esas
mujeres una muestra de lo mucho que las aman.
Sin embargo, esa regresión en el modo de pensar de la mujer árabe,
nos debe alertar a todas las mujeres, porque el parasito es muy largo, y el
hombre varón muy inteligente. Las mujeres estamos mucho más desidentificadas
que los hombres, por tanto no es raro que cualquier inducción a identificarnos,
con lo que sea, nos atraiga.
Hoy, las mujeres occidentales, estamos viviendo un momento de
“libertad” al menos aparente, pero no debemos perder la alerta, de que igual
que sucedió en el mundo árabe, nosotras también podemos caer en la trampa de
una identificación que venga de la mano del hombre varón y que nos aleje de
nosotras mismas. Hoy que el panorama de poder cada vez tiene más rostros de
mujer debemos mantener la calma, y reflexionar sobre lo que verdaderamente
queremos cambiar, y a donde queremos llegar.
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