Por Ursula Kessler
El 28 de marzo –hace 500 años- en el 1515 nació Teresa de Ávila. Ha sido una de las filósofas más importantes de la Media Edad y también una fundadora de convento y Profesora de iglesia carismática.
Ella misma se llamó intrépidamente Teresa de Jesús, porque para la mística, Dios era lo más importante, su única referencia.
La inquisición intentaba -sin éxito- intimidar a esta fuerte mujer. Esta monja fundó 18 conventos y escribió numerosos libros. Su obra principal “Las Moradas o Castillo Interior” hasta hoy día goza de ser literatura mundial.
40 años después de su muerte, la iglesia la declaró santa, junto con Ignacio von Loyola, fundador del honrado orden de los jesuitas.
Teresa se crio en una familia, en la cual el leer era muy apreciado. Su padre era un comerciante judío, el cual había convertido al cristianismo. Su padre tenía una gran biblioteca y apoyaba todos su 12 hijos, de los cuales 9 eran varones, aprovecharse de ésta con frecuencia.
Cuando su madre, la segunda esposa de su padre, murió, Teresa apenas tenía 14 años. La metieron en un colegio de internos de un convento de los agustinos.
En aquel tiempo Alemania estaba en el tiempo de la reformación. El antiguo monje de los agustinos Martin Luther no solamente escribía “de la libertad de un cristiano”, sino también “de la vida matrimonial”. Él puso el matrimonio como fundamento para la descendencia por encima de todas las formas de vidas restantes. Sobre todo para las mujeres su visión del mundo era agravante.
Luther: “Y si el hombre diez veces comete impudicia, ella no le va a preguntar. Ahí es hora que él diga: Si tú no quieres, habrá otra, si esta mujer no quiere, habrá la riada.” En sus escrituras sobre el matrimonio también tenía palabras muy instructivas para las embarazadas como las siguientes frases: “Aunque luego estas mujeres fértiles al final se mueren por preñarse tanto, no pasa nada, déjales morirse por preñarse tanto, para eso están.”
Otra frase que escribió: “Si el hombre está triste, raro, difícil, iracundo, esto a una mujer piadosa le duele más que la muerte misma. Porque ella quiere ser encantada y teme el desacato como la oscuridad y la mayor desgracia.”
Teresa, la monja española, no estaba para nada de acuerdo con esto. Casi 40 años después Teresa escribe en su obra “Camino de Perfección”: “Así y como se dice cómo debe de actuar una mujer, que quiere estar feliz en su matrimonio, o sea, que debe ponerse triste cuando él está triste y alegre cuando él está alegre –aunque no lo sea- así lo hace El Señor verdaderamente sin fingimiento con vosotras: EL se hace subalterno y quiere que vosotras seáis el ama y que se atienda según vuestra voluntad.”
Teresa consideraba al matrimonio como una esclavitud para las mujeres y hacer el voto a Dios una liberación.
El movimiento reformador llevó a cerrar muchos conventos de monjas, incluso cerraron algunas a la fuerza. Mientras en unos lugares como Estrasburgo y Nürnberg, monjas oponían resistencia masiva contra el cierre, también había muchas mujeres que salían de los conventos a las cuales se les había llevado en contra de su voluntad. Así también ocurrió en España.
Teresa misma había meditado un largo tiempo sobre la decisión de entrar en un convento. Pero ¿casarse? Esto –para ella- hubiera sido un mal mayor. Mejor, leer libros detrás muros. Retrospectivamente escribió sobre su vacilar: “Y si mi voluntad no quería volverse hacia una entrada al convento, si comprendí que esto era la forma de vida más segura y así decidí poco a poco, forzarme en entrar al convento.” Con veinte años entró al convento.
Nada más entrar al convento, Teresa volvió muy enferma hasta tal punto que creían que estaba muerto, pero se recuperó y durante 3 años no podía andar. Durante su enfermedad, Teresa se familiarizó con técnicas de oración de las cuales surgieron luego sus propias técnicas de “la oración interna”. Para Teresa esto no era nada más que estar con un amigo, con el cual muchas veces nos encontramos a solas, simplemente para estar con él, porque sabemos con seguridad que nos ama.”
Por supuesto a muchos teólogos este hecho les parecía muy peligroso, porque: “Quien practicaba la oración interior, o sea trataba con Dios según sus necesidades, podía evolucionar interiormente y poco a poco podía ser una persona con pensamientos propios.”
Así fue. Su “dialogo directo” con lo Divino no le cegaba a Teresa, sino le hizo clarividente, sobre todo en cuanto al dominio masculino. Ella escribió: “Jesús no se horrorizaba ante las mujeres, es más, el las prefería. En cambio el mundo las acorrala y las considera “incapaces” hacer algo en público para Jesús, que valga algo.”
Esta fundadora de conventos –Teresa-, igual como la alemana Hildegard von Bingen, más tarde va a ir en contra de algunos hombres de la iglesia.
Esta mujer, “Amiga de Jesús”, es conocida –desde su muerte- como la “mayor mística de todos los tiempos” no disimulaba, que había tenido fases de éxtasis, las cuales llamaba –“embeleso”, “olvido del presente”, “vuelos del espíritu”. Por lo tanto, con 40 años empiezan conflictos con algunos de sus confesores. Sospechaban de sus “visiones” y suponían que estaba obsesionada del diábolo.
Retrospectivamente escribía: “Sin duda, que les tengo más miedo a aquellos, que tienen miedo ante el mal, que a mí misma, porque el diábolo no me puede hacer nada, mientras los otros si emprenden mucha ansiedad, sobre todo cuando sean confesores.”
Así, el miedo en Teresa aumentó y más y más estaba aislada y bajo tanta presión entró en una profunda crisis. Escribió: “Había suficientes cosas para perder la razón.” Y francamente siguió criticando a los hombres. Después un tiempo duro y de profunda crisis puso al corriente a algunas hermanas del convento –que eran amigas- el deseo de fundar un convento propio. Su propio convento las independizaría, porque todos los hombres sean “ramas secas de rosmarino”, las cuales “no ofrecían seguridad”. Si te apoyas en ellos “en el momento, cuando hay carga por contradicciones o habladurías, se quiebran”.
Con muchas dificultades y obstáculos se abrió en Ávila en el 24 de agosto 1562 oficialmente su pequeño convento.
La historiadora cultural alemana –Linda Maria Koldau- menciona en su recientemente publicada bibliografía sobre Teresa, que las mujeres hace 500 años podían vivir más auto determinadas en los conventos. Dice: “En una sociedad en la que mujeres de todas maneras estaban ‘encerradas’, en una sociedad en la cual los padres, los maridos o hermanos determinaron sus haceres y sus derechos, la clausura el convento significaba un espacio libre.”
Teresa, con sus conventos quería: “Espacio para el YO, para una propia, por parte de Dios regalada identidad, la cual se puede desarrollar y desplegar en relación con Dios”.
Casi medio milenio más tarde, una escritora inspirada de Teresa –Virginia Woolf- llama a un libro “La habitación para sí misma”. La enseñanza de su doctrina de oración –que tenía Teresa- se podría caracterizar con las palabras individualidad, libertad de voto, vastedad, dignidad, variedad.
Hay que destacar también que Teresa como provinciala valoraba mucho la complicidad de las mujeres entre sí. Diariamente introducía un tiempo de reunión, solamente para las mujeres, en el cual cantaban y bailaban. Con toda la severidad de una vida carmelitana… Teresa ensenaba una forma religiosa de vivir de humanidad.
Comentario:
Nos parece un ejemplo que cuando una mujer es mínimamente culta se inspira con otras ideas y criterios. Sentimos que Teresa parece una mujer sin tiempo. Lo que ella descubrió en cuanto a la posición de la mujer en la sociedad hoy día no ha perdido ninguna vigencia.
Destacar también la propuesta que hizo en su tiempo ya. Un espacio para solo mujeres, complicidad entre mujeres, porque esto nos hace fuertes. No para ir en contra de… sino para tener más confianza en nosotras mismas y entre nosotras, para apostar a nuevas propuestas, las cuales “ojalá” salgan de nosotras porque –entre otras cosas- nos atrevemos a decirlo.
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