Por Julia Reyes
Desde la IMAGEN DE LA MUJER COMO VALOR ESTÉTICO para las
artes, hasta LA IMAGEN DE LA MUJER COMO OBJETO ESTÉTICO para el consumo. Pero
siempre desde la IMAGEN DE LA MUJER.
En un mundo donde la imagen hace a los contenidos y poco
hacen los contenidos a la imagen, descubrimos que la IMAGEN DETERMINA OTRA
FORMA DE CONTAMINACIÓN. Estereotipos de belleza, modas, qué es bello qué es lo feo,
etc nos llena de prejuicios que hacemos propios y nos hace estar severamente
contaminadas de todo ello.
Cuando algo realmente nos importa, la imagen de nosotras mismas
pasa a un segundo plano porque lo que nos ANIMA realmente NO ES UNA IMAGEN,
sino que es un dejarse sentir, un dejarse llevar, por otras formas de estética,
que podríamos llamar estética emotiva, estética hormonal, estética afectiva.
Si nos seguimos guiando por la imagen que hace de nosotras
la sociedad patriarcal, dejamos de lado nuestra propia forma de vivir lo bello,
lo feo, lo adecuado, lo inadecuado, lo útil, lo inútil, lo natural, lo artificial…
Cuando hay algo que sí importa de nuestras vivencias
afectivas, de nuestras vivencias de desarrollo personal, de capacitación, de
satisfacciones, la sensación subjetiva siempre va a tener que ver con los
contenidos y no con las imágenes.
En una sociedad que sobrevalora la imagen y que se deja
guiar por ella, ¿caben los contenidos que a la mujer identifican?. Nos mueve la existencia misma por autovalorarse
aún, en cada una de las etapas del SER MUJER.
Para adaptarnos a una sociedad que utiliza la imagen del
femenino de humanidad como objeto deberíamos saber que utiliza eso: LA
IMAGEN que es superficie, que no es REFLEJO.
DE LOS CONTENIDOS iremos descubriendo los REFLEJOS que sin duda EN FEMENINO, sólo pueden ser
IMÁGENES POETICAS.
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