Por Inspiración Femenina Tian
Nos ha llamado la atención un artículo de esta
semana pasada ‘Siete cosas feas que Internet ha hecho al castellano’, que
pueden leer en el siguiente link:
y nos ha hecho
reflexionar sobre el lenguaje y la escritura.
¿Sabían ustedes que
el diccionario de la real academia recoge más de 80.000 palabras? A las que hay
que sumar otras 70.000 que son americanismos, y un 30% más, como mínimo, que se
usan y no están recogidas.
¿Sabían que el
ciudadano medio utiliza menos de 1.000 palabras? Y lo peor, los jóvenes
utilizan habitualmente unas 300.
El lenguaje es una
facultad del ser humano. El cerebro ya está preparado para desarrollarla, y
esto sucede biológicamente de forma complicada, con múltiples circuitos
neuronales y asociaciones. Se sabe que no depende de un solo centro cerebral,
sino de un sistema. El desarrollo adecuado del lenguaje facilita la formación
de estos circuitos neuronales, amplia las conexiones dendríticas… dicho en
otras palabras, aumenta las capacidades, las habilidades para cualquier función
cerebral.
Hay muchos estudios sobre la relación entre distintos
lenguajes y la visión del mundo que tienen las personas que los hablan.
Pero no
vamos a hablar de esto ahora, sino a reflexionar sobre que cuando vamos resumiendo
nuestro lenguaje, nuestro mundo se empequeñece. Cuando no utilizamos una
función, ésta se atrofia. ¿No les ha pasado que después de un tiempo sin
practicar un idioma extranjero han perdido mucho vocabulario? Pues lo mismo
pasa con el idioma propio si no se cultiva. Y esto es lo que sucede hoy en día
cada vez de forma más preocupante: Internet, whatsapp, line, etc., nos han
acostumbrado a hablar con pocas palabras, resumiendo, y por si esto fuera poco,
con múltiples errores gramaticales.
Les recomendamos tambien el
siguiente artículo, que nos habla de los problemas que puede ocasionar a
los estudiantes el abuso del whatsapp:
http://blogs.elpais.com/ayuda-al-estudiante/2013/11/ola-kerido-estu-whats-up-con-whatsapp.html
Está claro que escribir bien lleva su tiempo, y que igual
nos van a entender si escribimos mal y que es poco práctico, pero vamos a
perder posibilidades de comunicación, vamos a perder riqueza de expresión y a
limitarnos. ¿Dónde queda la poesía? ¿Dónde queda el arte de hablar y escribir?
Además, es una actitud que vamos a expandir sin darnos
cuenta a otros ámbitos: poner un mantel en la mesa lleva su tiempo, y también
podemos comer sin él; cuidar la belleza de una estancia no tiene una
productividad; ser amable, decir ‘gracias’, ‘adiós’ o ‘por favor’, también
pueden empezar a estar de más, por poner sólo algunos ejemplos.
Sí, es como si también resumiéramos nuestra vida. Y cuando
hacemos un resumen, quitamos todo lo superfluo, queda sólo lo imprescindible. Esto
es muy poco femenino.
A las mujeres nos tocó aprender el lenguaje, la forma de
expresar de lo masculino, porque vivimos en un mundo de hegemonía masculina y
lo necesitábamos para sobrevivir en él. Y lo hicimos, nos manejamos bien en
este idioma.
Ahora parece que la sociedad nos pide que, además,
renunciemos a la riqueza, a la variedad de expresiones de nuestro lenguaje, en
pos de una reducción tanto de palabras como de sintaxis. En el fondo, estamos
renunciando a mucho más, aunque no nos demos cuenta de ello.
Les dejamos esta reflexión por si a alguien le puede
interesar. Al menos, tomando consciencia de lo que está sucediendo, podremos,
voluntariamente, bajarnos de este tren.