Asistimos en estos días a un nuevo boom de la
manipulación sobre la mujer: llegó la “viagra femenina”, que se ha
comercializado con el nombre de Addyi.
Ya nos advierten (¡menos mal!) que tiene efectos
secundarios y que no es la panacea. Lo
que nadie nos explica es por qué se produce la falta de deseo sexual en la
mujer.
La aparición de este medicamento pone en evidencia que la sexualidad de la mujer no se “adapta”
al modelo sexual que se espera de ella en la actualidad: fogosa donde las haya
las 24 horas del día… para dar debido cumplimiento a las necesidades del varón.
¿Y fue siempre así? ¿Acaso, apenas hace unos años, el
modelo ideal de mujer era el de una “ninfa ardiente”? ¿O más bien en el hogar
se esperaba a una mujer “recatada”? ¿No era cualquier insinuación por parte de
la esposa o novia un signo de ser “una cualquiera”?
El deseo era
cosa de hombres. La apacible pasividad
erótica era cosa de mujeres… las cuales acabaron por pensar que
efectivamente, el sexo era cuestión de ellos.
Pero he aquí, que con el comienzo del feminismo se
descubrió que la mujer también tenía sexo y gustaba de él. Eso era algo que el
Concilio de Trento no nos concedió. Nos
otorgaron por entonces sus Eminencias el alma, hasta entonces negada a la condición
femenina; el sexo se lo siguieron
reservando para ellos, nunca mejor dicho, a juzgar por la cantidad de hijos que
tiene la Santa Madre Iglesia… y lo
aficionado al sexo que ha resultado ser el clero.
¿Qué ha pasado para que después de siglos de la
frigidez social a la que se nos confinó ahora tengamos que ser yeguas en
permanente celo?
Simplemente ha cambiado la economía. Hoy en día el
liberalismo económico atroz que vivimos, necesita de la mano de obra de la
mujer -¡barata por supuesto!, que de algún sitio tienen que salir los grandes
márgenes de beneficios-, y es obvio que participando de pleno en el mundo laboral,
el modelo sexual tenía que cambiar porque hay que ser como el hombre -en todos
los sentidos- para estar a la altura de las circunstancias en las que se mueve
el mundo actual.
Ahora nos toca erección permanente, si no ¿qué clase
de mujer eres?
De ser el sexo algo impensable en una mujer, ahora se
echa en falta nuestro deseo…
¿No será la falta de deseo un indicio de que el
estímulo físico y emocional no es el
adecuado?
Cuando el sexo era impuesto nada podíamos decir, y ahora que podemos decir y decimos no me
gusta, no me apetece… los varones se dan cuenta de que sentimos muchas,
muchísimas carencias frente a lo que se nos ofrece.
A lo mejor, más operativo que tomar pastillas… sea
indagar en ese abismo tan desconocido que es
la sexualidad femenina, que durante milenios ha permanecido como un libro
cerrado.
Leer implica dedicación, constancia, interés en el
tema y muchas veces paciencia para entender lo que se desconoce…
De la paciencia sabemos mucho las mujeres… que hemos
tenido que esperar milenios para que se reconociera que nuestro libro no estaba
en blanco.